No es oro todo lo que reluce en torno a la economía nacional. Se dice que en materia de crecimiento estamos muy por encima de la media europea. Sin embargo el doble ministro Luis de Guindos acaba de anunciar que la economía va a crecer este año y el que viene menos de lo previsto por el Gobierno, y como no podía ser de otra manera, esa situación tendrá un impacto claro en la creación de empleo. Veíamos una potente luz al final del túnel que ha resultado ser la de un pedazo camión, uno de esos vehículos pesados que circulan por las carreteras de Europa cargados hasta los topes.

El desacelerador ha vuelto a aparecer como señal inequívoca de problemas en el horizonte de la vida laboral de los españoles. No hay que esperar mucho porque la desaceleración ya ha llegado a España. La creación de empleo será la gran afectada. Parte de la culpa la tiene la situación por la que atraviesa la política nacional. Ir a unas elecciones dice muy poco de cuantos ocupan bancada en las Cortes. Pero según qué pactos dicen menos de los que, a toda costa, quieren llegar a La Moncloa, aunque para eso se carguen España y nos jodan vivos a los españoles.

La preocupación de los españoles por España no es la misma preocupación que la de los políticos que calientan escaño. Ellos ya están a salvo de cualquier contingencia. Si vienen mal dadas, a ellos no les va a faltar el suculento sueldo que, unido a gabelas de todo tipo, engorda sus nóminas convirtiéndoles en futuros pensionistas sin otra contribución al Estado que la de haber pasado por unas bancadas que algunos solo se limitan a eso, a calentar.

Que nadie crea que los que se postulan por el cambio van a hacer nada por nosotros, pobrecicos trabajadores. Están más pendientes de mangonear en según qué ministerios que en los problemas que nos acucian a los españoles. Bien es verdad que hay una especie de inercia que aparta a muchas personas en edad laboral, de trabajar, porque son empleos muy cansados, porque eso de doblar el espinazo no va con ellos y porque gracias al subsidio de esto y de lo otro se han abrazado al ocio con fervor religioso. Todo hay que decirlo. No vale con callar y tapar a según quienes. Ya les vale.

Esta nueva desaceleración va a dar al traste con las esperanzas, no solo del Gobierno, sino de nosotros todos, amén de hacernos la puñeta. El impacto del frenazo parece ser que va a ser claro. Ciertos gozos caídos a un pozo negro y profundo. Quienes no tendrán problemas son los que forman parte de la enorme maquinaria del Estado. Si los políticos se bajaran los sueldos, si se redujeran los cargos, incluidos tantos de confianza que resultan de lo más absurdo.