El tiempo pasa y va dejando huella de lo que ocurre en las personas y en las cosas. Leyendo la prensa de los días 14 y 15 de abril de 1931, me entero de los acontecimientos que pusieron en marcha la Segunda República en España, de las reacciones populares y de la puesta en escena del primer Gobierno de aquel Régimen presidido por Niceto Alcalá Zamora.

Como las noticias no "volaban" a la velocidad de hoy, los periódicos comunicaban lo que había sucedido el día anterior. Por ejemplo: el día 14 leemos: "A don Ángel Galarza se le rebaja la pena y se le aplica la condena condicional". Al día siguiente, la noticia era: "Don Ángel Galarza nombrado fiscal del Tribunal Supremo por el presidente de la República señor Alcalá Zamora".

A las cinco de la tarde del día 13 de abril, el presidente del Gobierno, don Juan Bautista Aznar, era entrevistado por los periodistas, que le preguntaron: "¿Qué nos dice usted de la crisis ministerial?". A lo que el almirante Aznar respondió: "¿Qué más crisis que la de un país que se creía monárquico y que en veinticuatro horas se nos presenta republicano?".

A las nueve y veinte de la noche del día 14 de abril, Alfonso XIII abandonaba el Palacio Real por la Puerta del Príncipe, ocupando un automóvil, en el que iba sin más acompañamiento que el chófer. Detrás iban otros dos coches con tres parejas de la Guardia Civil cada uno, al mando de un oficial, y finalmente, en otro automóvil salió el ministro de Marina que acompañaría a don Alfonso. La comitiva partió con dirección a Andalucía, embarcando el exrey de madrugada en Cartagena a bordo de un buque de guerra inglés que le conduciría a Londres.

El conde de Romanones dijo que, al salir del último Consejo de Ministros, don Alfonso le había entregado un mensaje que haría público a la mañana siguiente, cuyo texto era: "Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo porque procuraré siempre servir a España, puesto el último afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas. Un rey puede equivocarse y sin duda erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra patria se mostró en todo momento generosa ante las culpas sin malicia. Soy el rey de todos los españoles y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero resueltamente quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un patriota contra otro, en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos porque más que míos son depósito acumulado por la historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuentas rigurosas. Espero conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del poder real y me aparto de España reconociéndola así como única señora de mis destinos. También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles".

A partir de aquel 14 de abril, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora comenzó a repartir nombramientos de ministros, directores generales, capitanes generales y demás altos cargos del Estado, llegando a sucederse un total de 26 gobiernos durante el periodo de ocho años republicanos (14 abril 1931 al 1 de abril de 1939).

El primer Gobierno, que duraría desde el 14 de abril de 1931 hasta el 14 de octubre del mismo año, estaba compuesto por: presidente, Niceto Alcalá Zamora; ministro de Estado, Alejandro Lerroux García; ministro de Justicia, Fernando de los Ríos Urruti; ministro de la Guerra, Manuel Azaña Díaz; ministro de Marina, Santiago Casares Quiroga; ministro de Hacienda, Indalecio Prieto Tuero; ministro de Gobernación, Miguel Maura Gamazo; ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Marcelino Domingo Sanjuán; ministro de Fomento, Álvaro de Albornoz y Liminiana; ministro de Trabajo, Francisco Largo Caballero; ministro de Economía Nacional, Lluis Nicolau D`Oliver; ministro de Comunicaciones, Diego Martínez Barrio.

Del entusiasmo popular de aquellos primeros momentos, de las reacciones derribando estatuas de líderes anteriores, de los cambios de nombre de muchas calles, de la depuración de responsabilidades, de las liberaciones de presos políticos y de todo tipo de sucesos producto del cambio, irían dando cuenta en días sucesivos las informaciones periodísticas, hasta la llegada de la Guerra Civil, la posterior dictadura franquista y demás acontecimientos que, los que peinamos canas, hemos vivido y hasta hemos sufrido.