Bueno, pues se acabó lo que se daba. Fracasados, todo parece indicar que definitivamente, los intentos de pacto de gobernación entre PSOE, Ciudadanos y Podemos, ya solo queda ir a las elecciones, sin otra solución factible. Salvo milagro de última hora, el rey convocará nuevos comicios a principios de mayo, y a finales de junio se hará realidad la temida, o deseada, llamada a las urnas. Falta conocer esta misma semana el resultado del referéndum por Internet que, como hicieran antes los socialistas, organiza Podemos para que sean sus bases las que decidan acerca de dejar gobernar o no a Sánchez coligado con Rivera, una pregunta inducida a la que se acompaña de una amenaza burda, que puede resultar de doble filo: que si la respuesta fuese sí, Iglesias dejaría su liderazgo. Nunca ha habido deseo de acuerdo, pues ya se sabía que el PSOE no iba a aceptar el referéndum secesionista de Cataluña.

De modo que todo queda atado y bien atado. Mientras, Rajoy desde la sombra y una vez consumada y fallida la nueva intentona, o pantomima, vuelve a dar su particular matraca con el rollo de un Gobierno tripartito, presidido por él, claro, y en el que estarían también PSOE y Ciudadanos, incluso con Sánchez de vicepresidente. Los socialistas por enésima vez han replicado que nunca gobernarán con el PP, aunque hablen y aunque puedan llegar en ocasiones a pactos de Estado, como sucede contra el terrorismo. Pero ahí acaba cualquier posibilidad, pues Rajoy, al igual que Iglesias, ni siquiera piensa en que su partido se abstenga para hacer posible el acuerdo PSOE-Ciudadanos. Mucho hablar del país, de la estabilidad y todo lo demás, pero siempre que el PP siga en el poder.

Patente resulta la pinza de los extremos, con PP y Podemos ahogando el proyecto de un nuevo Gobierno para condenar a más de lo mismo: corrupción, recortes, impuestos, congelaciones salariales, paro, las futuras pensiones en el aire, pero sin que se acorten ni un milímetro los privilegios de los políticos, de las élites, de las oligarquías a las que sirven, mientras a la gente solo le queda apretarse el cinturón. Un inquietante panorama al que el PSOE, irresponsablemente, no ha sabido responder. Sánchez ha hecho el ridículo y por partida doble, un triste bagaje para encarar las elecciones. Si los socialistas siguen luego con los escaños de ahora ya pueden darse por satisfechos. Lo mismo que el PP, que cifra sus esperanzas en acercarse a Ciudadanos y ver si entre los dos suman bastante para acceder a una mayoría suficiente. Lo que no se sabe es de dónde piensa Rajoy sacar más votos, pues si hay trasvase procedente de Ciudadanos ello supondrá que son votos que pierden los de Rivera, en detrimento del total. Y puede ser, pues según el CIS los electores ven a Ciudadanos como un partido de derechas.

En cuanto a Podemos parece que haya quemado sus cartuchos, pues los nuevos comicios más le quitarán que le darán. No han sabido medir sus fuerzas, han elegido el camino equivocado y usan un tono agresivo e inquietante que les hará perder escaños y poner en cuestión un liderazgo que empieza a ser ya muy discutido. Sus votantes no olvidarán que han podido hacer el cambio y no lo han hecho.