Vivimos días de zozobra bajo la estrategia absurda de la confusión. Estamos en zona peligrosa. El vértigo del vacío de poder comienza a hacer mella en los ciudadanos, hartos, y en los mercados internacionales que no pueden seguir esperando a no se sabe bien qué. No está fácil, pero nada fácil, la solución al problema. Los dos viejos no quieren sumar entre sí. Los dos nuevos tampoco. Uno de los viejos y uno de los nuevos no suman suficiente. Uno de los nuevos llegó a repartirse la tarta quedándose con los bocados más sabrosos. Los dos viejos y uno de los nuevos serían suficientes, pero uno de los viejos no quiere saber nada del otro antañón al que culpa de todos los males mayores y menores que surgen en tan delicada situación, sin darse cuenta de que también la está propiciando con su cerrazón.

Hasta Juan Carlos Rodríguez Ybarra dice que no lo ve claro, que lo único posible es ir a nuevas elecciones. Si se muestran incapaces, que corten por la tangente y dejen de marear la perdiz. No quieren ni oír hablar de nuevas elecciones porque todos, unos más que otros, salen bastante tocados de esta especie de "tócame Roque" al que llevan jugando desde que se apagaron las luces navideñas, comieron las doce uvas y los Reyes Magos pasaron sin dejar ni oro, ni incienso, ni mirra. Si acaso un poco de lo segundo para mayor satisfacción de los que lo utilizan para sí mismos.

Dicen que a río revuelto, ganancia de pescadores. Esa ganancia sería indefectiblemente para los corruptos. Especie con la que hay que acabar ya. Los corruptos no son cosa del PP y del PSOE, que también, y a gran escala. Los corruptos se dan en Podemos y también en Ciudadanos. La confusión existente no puede traer nada bueno a esta democracia que no se tambalea en sus cimientos, pero sí en sus principios. Estamos a punto de ver cambalacheos impensables en otro tiempo. Y cambios de identidad ideológica.

Antiguos, que no viejos, y destacados populares, coqueteando con Ciudadanos. Capaces de criticar lo que antes alababan, capaces de decir que ahora es negro lo que antes veían blanco. Yo veo más ambición personal que deseo de servicio en según qué coqueteos. Antiguos, que no viejos, y destacados socialistas, criticando la deriva nacional de su partido y la forma de arrastrarse de su líder nacional ante Podemos. Gente que no traga por la izquierda más radical pero que tampoco duda en darles el gobierno si se tercia. Yo veo una desubicación aterradora en según qué apoyos. Con lo fácil que es dimitir y lo difícil que a todos les resulta dar ese paso. Quizá porque la opinión pública y la prensa condenan al ostracismo más absoluto a los que dimiten motu proprio. Todos quieren su pedacito de reconocimiento.