Dos importante citas internas han tenido lugar este fin de semana pasado en el PSOE y en Podemos, los dos partidos que tienen las claves para poner fin a la falta de Gobierno en España pero que por su intransigencia y egoísmo están llevando el país directamente a unas nuevas elecciones. De ambas reuniones nada nuevo ha salido, manteniéndose las dos formaciones de izquierda en sus radicales y enfrentadas posturas que hacen imposible, a lo que parece, la menor posibilidad de acuerdo.

Por su parte, Podemos vuelve a descartar la posibilidad de abstenerse en una hipotética sesión de investidura que solo serviría para repetir el fracaso de la doble sesión anterior con Sánchez de candidato y el único apoyo, pírrico, de Ciudadanos, incomprensible pacto para perder que no tiene cabida alguna ahora mismo y que no se va a volver a dar. No obstante, abre Pablo Iglesias una teórica puerta: la de que sean los militantes de su partido los que se pronuncien acerca de si desean o no la abstención que facilitase un Gobierno de PSOE y Ciudadanos. De sobra sabe el líder de Podemos que la respuesta va a ser no y que sus electores apostarán por una nueva edición de las elecciones generales. O sea, que parecen cerrarse definitivamente esas pocas ilusiones que mantiene el candidato socialista de que a última hora los de Iglesias acepten, con concesiones, el dar vía libre a Sánchez como presidente del Ejecutivo.

En ese sentido se han encaminado y se encaminan los desesperados intentos ante los suyos que sostiene, erre que erre, el líder del PSOE para convencer a Podemos, aunque es consciente, seguramente, de que no lo va a conseguir ni de cerca ni de lejos, dada su sumisión a Ciudadanos, que veta a Iglesias mientras Iglesias veta a Rivera. Es una actitud que satisfará al sector de los dirigentes de su partido bien instalados, gracias a la teoría de las puertas giratorias que tanto denuncia Podemos, en los consejos de administración o como altos cargos en empresas publicas o privadas, a los que accedieron cuando el PSOE dejó de gobernar. Pero es una actitud decepcionante e irritante para muchos de sus votantes que les han apoyado para que gobernasen no para que se dejasen enredar en el trampantojo de Ciudadanos, ansioso de tocar poder al lado de quien sea, pero mejor al lado del PP aunque ahora se aferre de nuevo y en apariencia al PSOE a ver si finalmente Podemos traga y se queda a verlas venir.

Según la última encuesta aparecida, entre el 80% y el 90% no quiere que haya nuevas elecciones. Pero también una mayoría rechaza cualquiera de los pactos posibles antes y ahora y puede que después. Solo un 22% está a favor de una coalición PP-PSOE-Ciudadanos, con un rechazo del 60%. Y los mismos porcentajes en contra se dan respecto a otros hipotéticos acuerdos, aunque las dos posibilidades de PSOE y Podemos, bien fuese por pacto exclusivo de izquierdas o apoyados por otras opciones, como el PNV, sumarían un 28% a favor. En cuanto a intención de voto a estas alturas, ya dando por supuesto que se celebrarán nuevos comicios en junio, los sondeos continúan ofreciendo los mismos resultados, con ligeras variantes que en nada influirían, perpetuando el 20D y la situación.