Como los idus de marzo, los caucus del mes que concluye parecen ser favorables, en lo que al lado republicano se refiere, al magnate Donald Trump. ¡Dios nos pille confesados si este señor llega al despacho oval! Agrede de palabra y de obra. No hay más que escucharle. Lidera a un grupo de violentos que no dudan en llegar a las manos para defender las tesis o la integridad física del propio jefe. Los peor parados, los miembros de la prensa, los miembros de los medios de comunicación en general, cuyas preguntas, si no son del gusto del precandidato, no se admiten o se discuten con los puños.

Para ejemplo, la reciente detención del director de campaña del precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, acusado de agresión. El susodicho responde al nombre de Corey Lewandowski, tiene 42 años, bastante mala leche y ha sido arrestado por causarle moratones y heridas a una reportera a la que zarandeó durante un acto de campaña en un club de golf propiedad de este multimillonario cuyo último capricho es llegar a ser presidente de los Estados Unidos de América.

La de reportero es una profesión de riesgo entre los que siguen la precampaña en USA y les toca informar de lo que acontece en las idas y venidas de este señor que da la sensación de estar descontento de todos y por todo. De este señor que está deseando convertirse en comandante en jefe de Estados Unidos, para poder jugar con los botoncitos que se hallan en cierto maletín y los teléfonos rojos, o del color que sean, que cuando se levantan, malo. En lugar del "attache" propio de los ejecutivos, me veo a Trump paseando por el mundo con el maletín nuclear que acompaña siempre a los jefes de estado yanquis, una valija de unos 20 kilos, que contiene los códigos requeridos para emitir una orden presidencial autorizando al Pentágono el uso de armas nucleares.

Me imagino a Trump en una noche de juerga, cansado de siempre lo mismo, abrir el maletín, conocido en la jerga de Washington como la "pelota de fútbol", y liarse a dar órdenes al Pentágono para proceder a lanzar artefactos nucleares por doquier. Conviene, por si llega a la presidencia, no cabrearle mucho, no vaya a ser que ponga a España entre ceja y ceja, y seamos los primeros en recibir semejante regalo envenenado. Es una vergüenza que en un país como Estados Unidos, líder de tantas cosas, ejemplo para tantos, posiblemente sea en verdad el más poderoso del mundo, se permita a un individuo como Trump jugar a ser presidente. La candidatura republicana nunca cayó tan bajo para que DT, más allá de sus dólares, subiera tan alto. El pueblo americano no deja de sorprenderme, no sé si por su pacatería, por su ingenuidad o por su simpleza. Tanta University y tanta gaita para permitir que un energúmeno como Trump pueda acariciar la presidencia del país.