Quien durante 42 años se mantuvo fiel a una tradición ligada a la madrugada del Viernes Santo, también ha hecho historia en la Semana Santa de Zamora. Más de cuatro décadas de preparativos, de ilusión, de camaradería, de generosidad. Solo el paso de los años y el cansancio podían retirar a Ángel Centeno Ramos de una iniciativa que era esperada por muchos con verdadero anhelo. Fechas antes de la Semana de Pasión, impepinable, en el buzón de casa no faltaba la esperada invitación de Ángel Centeno para acudir a desayunar las tradicionales sopas de ajo de la madrugada zamorana, en un punto que no siempre fue el mismo y que en un croquis perfecto señalaba el hermano Ángel para todos aquellos que quisiéramos acudir a compartir semejante manjar.

Esta Semana de pasión también llegó el esperado sobre. Solo que este año, en su interior, no había una invitación, pero sí una sentida y cariñosa carta de despedida: "Llegando estas fechas, (Semana Santa) históricamente siempre te mandaba la invitación para que asistieras a degustar las tradicionales sopas de ajo en la madrugada del viernes santo. Pues bien, tras 42 años facilitándolas a todos los amigos/as que aceptabais mi invitación, creo que ha llegado el momento de suspender dicha reunión de amigos, todo ello motivado por el transcurso del tiempo y uno, que siempre lo ha preparado con ilusión, ahora ya no se siente con fuerzas para desarrollar todo el cometido que el acto precisa?".

Pues sí, querido Ángel, el transcurso del tiempo, la precipitada marcha al cielo de Bernardo, el cansancio. Porque el tiempo no pasa en balde. El tiempo ha plateado tu pelo más allá de las sienes y aunque yo te sigo viendo, cuando paseas con Maribel Piorno, tu mujer, como siempre, lo cierto es que la experiencia de los años hablan por las canas y sobre todo por los surcos del rostro y puede que alguno que otro del alma. Las gracias tenemos que dártelas a ti todos cuantos hemos recibido a lo largo del tiempo tu generosa invitación. Primero mi padre y luego yo, desde hace tanto, que he mirado hacia atrás con nostalgia.

De la carta de despedida de Ángel Centeno me quedo con el párrafo final: "De cualquier forma, nuestra amistad debe continuar permaneciendo en el tiempo, y siempre. Llegadas estas fechas, siempre estarás en mi recuerdo". La amistad no se interrumpe, querido Ángel, efectivamente, permanece. Y para recordarte no necesito que las esquilas de Barandales o el potente Merlú me anuncien la Semana de Pasión. Cuando paso bajo tu hogar, cuando te veo por la calle (cada día veo menos) y porque, además, hay otras tradiciones, como San Antón, a las que tu nombre también permanece ligado. Gracias, amigo mío, por estos años, por los que están por llegar, por tu amistad. Además de en mi recuerdo, tú y los tuyos, permanecéis en mi corazón. Muchas gracias por estos años, amigo mío.