Hace ya más de veinte años, siendo presidente de la Diputación el recordado Antolín Martín, estallaba en Cuba la crisis de los balseros como consecuencia de la falta del apoyo ruso que hasta entonces había sostenido la isla caribeña tras la revolución castrista. Los acontecimientos internacionales, con la práctica desaparición de la Unión Soviética, había llevado la hambruna a una población desesperanzada que no veía salida, salvo la del agua, hacia Miami, dado el rigor del bloqueo norteamericano impuesto desde que Fidel Castro se hiciera con el poder. Zamora se acordó entonces de manera muy honda y especial, aunque ya lo había hecho con anterioridad, de sus paisanos, los zamoranos residentes en Cuba, constituidos en la Casa de Zamora en La Habana, y quiso ayudarlos del modo más práctico posible: enviándoles lo más básico y fundamental que allí faltaba. Al efecto, salieron de Zamora, en más de una ocasión, unas embajadas humanitarias y solidarias que fueron recibidas con los brazos abiertos por los viejos emigrantes y sus familias, con los que se iniciaría un intercambio que se continúa en los tiempos actuales, año tras año.

Quién les iba a decir entonces a los zamoranos de la diáspora, y a los cubanos en general, que, aunque tardase, llegaría un día en que las relaciones con el gigante del norte de América comenzarían un deshielo efectivo gracias a Obama, el primer presidente negro de la historia de Estados Unidos, que no vacilaría en hacer una visita a la isla, para acercarse desde el respeto mutuo al Gobierno castrista y así continuar los pasos ya dados en noviembre de 2014 para la normalización plena de las relaciones entre ambos países. Fiel a sus ideas, Fidel Castro que recibe de vez en cuando a Maduro, el mandatario de Venezuela, no quiso reunirse con Obama, y todos los contactos y conversaciones se han llevado a cabo con Raúl Castro, el presidente cubano y con los líderes de su partido. El presidente estadounidense ha cantado ante todos ellos las ventajas del sistema democrático y ha asegurado que Cuba será lo que quieran los cubanos. Pero sin ir más allá, entendiendo que son regímenes diferentes. Eso sí, ha recibido a una representación de los opositores, algo que no hizo Hollande, el máximo dignatario de Francia en su visita a La Habana, ni siquiera el papa Francisco. Y ha asistido a un partido de béisbol, compartida pasión deportiva, antes de despedirse.

Era la primera visita de un presidente americano en 88 años y la acogida del pueblo cubano ha sido calurosa y generosa, como es costumbre. Obama ha querido demostrar su buena voluntad y la de los estadounidenses para acabar con un conflicto que dura tantas décadas y que ha causado tanto sufrimiento a tantos cubanos. Por supuesto que quedan muchos flecos pendientes y muy difíciles de resolver como las propiedades incautadas por la revolución, pero al menos la población, si no más libre, vivirá mejor y la esperanza se hará más cercana, con los Castro ya en edad muy avanzada. Se están sentando las bases para que así sea. Hay que alegrarse especialmente por los zamoranos de Cuba.