Han pasado quince años ya desde que el terrorismo yihadista atentara en Estados Unidos, dejando un terrible saldo de 3.000 muertos. Tres años más tarde -y España acaba de recordar con dolor la triste efemérides del 11M- era Madrid la que sufría la matanza de 200 personas. Luego, Londres, de igual manera y con la misma procedencia. París en el último año, dos veces, con casi 150 muertos. Y ahora, al menos tres docenas de víctimas mortales en los atentados de Bruselas.

Si todos los países del mundo y muy en especial los más golpeados por la barbarie islamista mantienen severas medidas de vigilancia y control en evitación de nuevos actos terroristas, ha sido precisamente Bélgica el que más ha destacado en los últimos meses, desde los golpes en Francia del llamado Estado Islámico, en cuanto a prevención se refiere. Han llegado a cerrar el metro de Bruselas, y a suspender las clases en los colegios a la menor sospecha, pero no ha servido para nada. Como temían, el zarpazo yihadista ha alcanzado de pleno al corazón de la Unión Europea.

El EI se ha apresurado a reivindicar el siniestro atentado, horas después de producirse y de conmocionar al mundo una vez más con su horror. Bruselas es, según se cuenta, un nido de terroristas musulmanes en muchos de sus barrios, marcados por una densa inmigración de procedencia islámica. Lo mismo que casi todos los países occidentales que siempre han tenido los brazos abiertos para aquellos que llegan a sus territorios en busca de una vida mejor. Pero hay un hecho cierto, y es que al ejército yihadista que combate por el terror, se unen cada mes un millar de voluntarios árabes que llegan de los países europeos y con pasaportes europeos, según los servicios secretos.

En España se han activado de nuevo las medidas de seguridad y bueno será no bajar la guardia en ningún momento. Precisamente, Bélgica había rebajado su nivel de vigilancia hasta que hace unos días se descubrió y se detuvo en Bruselas al inspirador de la última masacre de París. Pero es difícil cubrir todos los huecos y rincones, abarcar todas las posibilidades, garantizar la seguridad absoluta a la que tienen derecho todos los ciudadanos. Mas no se puede olvidar que España, que ya ha sufrido la acción terrible del terrorismo islámico, aparece repetidamente en la agenda de los yihadistas.

Una situación que lleva a urgir lo que ya hace mucho tiempo que tenía que estar en marcha: la acción militar conjunta de los países de la Unión Europea contra el Estado Islámico, una guerra que se limita ahora a actuaciones aisladas y unilaterales, pero no se muestra eficaz, pese a los bombardeos americanos, franceses y británicos. Esta tiene que ser una guerra de todos pues a todos atañe. Los terroristas están en todas las partes y maniobran y atacan desde dentro impulsados por su feroz fanatismo religioso. El mundo libre no puede seguir expuesto a asesinos fanatizados y es preciso adoptar medidas conjuntas ya. Como han hecho los partidos políticos en España, unidos contra el yihadismo, un acuerdo al que no se ha sumado Podemos, que sigue fuera de onda y alejándose de la realidad.