Caminar en pos del Sepulcro del Señor es hacer la rogativa penitencial en aras de la conformación de la identidad cristiana, pues en tal itinerario no es que estemos por señalar la ubicación material de tal espacio y sí, ¡y por el contrario!, traspasar el hecho físico y adentrarnos, si ello fuera posible, en el final de la vida terrenal para enlazar un futuro en el que los cristianos católicos tenemos puesto nuestros afanes. Al recordar a nuestros allegados difuntos, también estamos haciendo ese viraje que trata de unirnos aún a ellos en otra situación que nos será nueva.

Caminar en pos del Sepulcro del Señor es ir hacia la trascendencia del ser. Si tratamos de recordar a los que nos precedieron o que han convivido con nosotros, lo hacemos dentro de una significación que hemos asumido y enlazada con el entorno identitario familiar del que nos hemos nutrido, y donde el hecho religioso ha sido conformador de nuestra persona. En nuestros sepulcros no vemos, con verlo, la concreción de una materialidad presente, también queremos ver una especie de ilación que nos mantiene en la unión anterior pero que la asimos al porvenir de un después en el que creemos.

Caminar en pos del Sepulcro del Señor es reconducir la condición humana de cada individuo. Salir en procesión, desde la Catedral de San Salvador, para hacer un recuerdo a quienes nos precedieron, es un mensaje que nos acerca a todos en el común religioso que tenemos, donde la trascendencia de cada uno se mira en la vida de Nuestro Señor y en su mensaje del futuro que no termina. Caminar en la bajada del Pizarro en pos de una idea cristiana de unión va más allá de propio hecho procesional y nos enlaza a todos aquí, y en otras latitudes, que han seguido las enseñanzas que fueron trasmitidas por los doce discípulos de Nuestro Señor Jesucristo.

Caminar en pos del Sepulcro del Señor es ir en acompañamiento ideario. Estamos, en ocasiones, tan enfrascados en los misterios del cristianismo que, a veces, dejamos pasar el mensaje del programa oficial que nos dibujan las bienaventuranzas. Hemos querido revestir cada una de nuestras procesiones, en la urbe leonesa de Zamora, de un orlado integral (tradicional, estético, ambiental, escénico, ?) que nos deja un tanto alejada la motivación fundacional de las mismas y que nos desdice a todos, en una generalización concurrencial, de la meta finalista: ser empáticos con la doctrina cristiano católica desde opciones grupales de fieles.

Caminar en pos del Sepulcro del Señor es aunar voluntades. Luz y Vida camina hacia los sepulcros del cementerio, como las santas mujeres iniciaron su andadura hacia el sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo, y tales andaduras se hacen al socaire de las enseñanzas evangélicas, donde en la segunda tenemos la certeza de la resurrección del Señor y en las primeras su palabra de providencia en la resurrección y en la cual confiamos. Estamos a imitación pasando de nuestra realidad cotidiana hacia otras potencialidades que fiamos a la misericordia divina y lo hacemos en esa situación presencial en la cercanía de los enterramientos que nos son afectivamente más próximos.

Caminar en pos del Sepulcro del Señor es motivar la fraternidad. La plasmación de las ideas procesionales que, en su momento, expuso Manuel Espías dieron como fruto una procesión ex-novo, aquí en Zamora, en la conformación de una hermandad procesional que, el Sábado de Lázaro, rinde homenaje a todos aquellos que hicieron posible la Semana Santa de la ciudad leonesa de Zamora, y es por ello que tal fin fundacional abarca, desde aquellos albores del siglo XII, a la práctica totalidad de las familias zamoranas, si nos atenemos a la consideración, de la que somos partícipes desde siempre, sobre que la Semana Santa zamorana no es solo un hacer de las cofradías, con serlo y mucho, sino que participa en ello, incluso por encima de ideologías, clases sociales y otras situaciones, la ciudadanía zamorana casi (¿o es sin el casi?) al completo.

Caminar en pos del Sepulcro del Señor es actuar. Desde los sepulcros que visitamos en el camposanto de San Atilano, estamos también diciendo, en nuestro proceder, el anhelo que anidamos en pos de la luz y la vida que conlleva el mensaje de Nuestro Señor Jesucristo y la esperanza en su misericordia hacia ese más allá de esperanza.

Caminar juntos, de forma procesional mancomunada, en pos del Sepulcro del Señor es aunar voluntades cristianas hacia los sepulcros que deben ser de Luz y Vida, en la misericordia de Jesucristo, para todos los que hicieron posible la buena obra de la Semana Santa de Zamora y nos han precedido.

(*) Miembro de la Tertulia del Cofrade de Zamora