Aunque no se note en el país y en la calle que se llevan cinco meses sin Gobierno, o si se nota es claramente a mejor, a salvo de las ocurrencias de Rajoy y los suyos, resulta que en la vida oficial sí comienzan a aparecer grietas por las que asoma el profundo calado de una situación que lleva camino de eternizarse pues si hay nuevas elecciones en junio y las cosas siguen como están ahora, que así será según todas las encuestas que se vienen realizando, la presencia del Ejecutivo ejerciendo en funciones, pudiera llegar a alargarse hasta un año o más. Un incierto panorama no deseable del que solo puede salvar a España un acuerdo entre PSOE, Ciudadanos y Podemos capaz de garantizar la investidura de Pedro Sánchez, el candidato socialista, y formar un Gobierno de mayoría.

Con el PP, en realidad, es que ya ni se cuenta, patéticamente solo, y lo peor y más llamativo es que parece que ya no cuentan ni ellos mismos, resignados e impotentes. Porque esa puede parecer la única y razonable explicación de porqué el Gobierno en funciones que preside Rajoy se niega en rotundo a ser controlado por el Parlamento, alegando eso: que está en funciones. Y pretendiendo ignorar que todo Gobierno democrático tiene la obligación de someterse al control de la cámara. Cierto que ante una situación tan insólita para España como la que ahora se atraviesa, la Constitución no marca con detalle, o con el detalle preciso, el orden y protocolo de las actuaciones, pero hay hechos que se dan por supuestos dado su carácter elemental dentro del sistema representativo.

Ello está originando un grave conflicto entre las instituciones, entre el Congreso y el Gobierno concretamente, que si no se soluciona en estos días puede llegar al Tribunal Constitucional después de Semana Santa pues todos los partidos exigen que el Ejecutivo aunque sea en funciones dé cumplida cuenta a los parlamentarios de sus actividades tanto a nivel nacional como internacional, lo cual es de lo más lógico aparte de ser una condición obligada de quienes gobiernan. Solo en las dictaduras los que mandan no dan cuenta de lo que hacen o no hacen. Pero como ese no es el caso, por supuesto, el todavía Gobierno, en funciones, de la nación debe dejar sus complejos y sus miedos al margen y acudir a la cámara baja cuando se le requiera para dar las debidas explicaciones. El PP no quiere que así suceda porque teme que esas comparecencias significarían especialmente unos actos electoralistas en los que Rajoy nada tiene que ganar y mucho que perder. Eso sí, el presidente en funciones sigue acudiendo luego a actos e inauguraciones oficiales, a ver si le sirve de algo.

Se habla ya de insurrección del Gobierno ante el Parlamento y se empiezan a manejar otras opciones como la presentación de una moción a los de Rajoy que minaría aún más al PP. Pero lo que parece claro es que así se va a estar mucho tiempo todavía, pues Podemos continúa teniendo la última palabra y sigue negándose a día de hoy a colaborar con PSOE y Ciudadanos para que haya un Gobierno de centroizquierda, de cambio, el preferido mayoritariamente según sondeos y resultados.