El tiempo se agota y no se ven más que nuevas complicaciones en el viacrucis para formar Gobierno. Los partidos han utilizado los últimos días para poner orden en casa, especialmente Podemos que quiere relegar a su estrella emergente Íñigo Errejón, seguramente porque había cautivado por su brillantez y seriedad a los periodistas parlamentarios y a parte de la opinión pública que aprecian diferencias plausibles entre el estilo de Pablo Iglesias, más teatral, y el suyo, más riguroso. Y Pedro Sánchez no ha tenido más remedio que apartar de su camino al secretario general gallego, su aliado Besteiro, que iba a imputación por día. El PP bastante cruz tiene con las noticias judiciales.

Pero el problema de fondo es encontrar la llave para abrir la puerta del Gobierno. No bastó con el esfuerzo de Sánchez y Rivera. O alguno de los que empujan desde dentro para que no se abra, léase Rajoy e Iglesias, se abstienen de impedirlo, o bien ellos mismos encuentran otra forma de aliarse con socialistas y Ciudadanos para resolver el problema, o las nuevas y disparatadas elecciones están garantizadas.

Aún con ese viacrucis agotador, se detecta en la ciudadanía una relativa esperanza, acaso ingenua, en que al final pasará algo inesperado y "alguien le dirá a alguien" que desbloquee la situación. Es decir: todos pendientes de que alguien fuerce a alguno de los obstinados dirigentes principales a que deje paso, a que se retire, o a que se abstenga.

Los receptores del supuesto consejo están claros: Rajoy, Sánchez o Iglesias. Ciudadanos es útil que se quede donde está con su versatilidad de pacto. ¿Pero quién se lo dice? ¿Tsipras a Iglesias, como sondeó Sánchez? El griego ya ha dicho que no mediará y, además, menudo es Pablo Iglesias para que alguien lo "medie", como saben bien en su casa y nos vamos percatando los demás. ¿Y a Rajoy, quién se lo dice? Todos los consultados desean que alguien lo haga pero todos temen las consecuencia de hacerlo. El IBEX, o sea las principales empresas del país por cotización bursátil, a estos efectos, como figura literariopolítica se maneja como posible interlocutor en crónicas y conversaciones, pero en la práctica ¿quién es el IBEX? "Mi presidente desde luego que no. No está en eso, ni se le ocurre mezclarse en cualquier movimiento de ese tipo porque, además, menudo debe ser Rajoy", sostiene el número dos de una compañía preguntado al efecto. Ana Patricia Botín ha pedido hace dos días que "la formación de Gobierno se resuelva rápidamente" y ya adelantó hace unas semanas el riesgo de no hacerlo así, al advertir que desde hace dos meses el teléfono de los interesados en invertir en España no suena. Francisco González, del BBVA, ha hecho declaraciones en el mismo sentido, incluso desde Davos. Pero poco más en las alturas económicas con nombre propio. Entretanto, la sociedad civil clama por un acuerdo y, entre otras entidades, Círculos de Economía, Círculo de Empresarios y otras voces colectivas piden acuerdo de Gobierno cuanto antes para no perder el año económico.

Y queda Pedro Sánchez. "Que le diga algo Felipe", sugería en privado un empresario deseoso de que esto acabe. Pero ¿alguien duda de que Felipe González no le habló a Sánchez sobre la necesidad de abrir el juego pactando con Ciudadanos para, desde ahí, jugar la posibilidad de gobernar? ¿Tiene ahora que decirle que abandone y se entregue a un Rajoy que asegura que no se retirara nunca de la política?

A falta de indicios racionales para la esperanza, planea en la imaginación popular el síndrome Artur Mas que preparaba el decreto de convocatoria de nuevas lecciones después de dos meses y medio de bloqueo y, cuando estaba listo para publicar, "alguien", según el propio Mas, le habló y aceptó retirarse cuando todos estábamos convencidos de que ya no lo hacia. De modo que en la política española estos días se busca a "alguien", que le diga a "alguien", que ceda en su encastillamiento por el bien de todos. Prepárense para vivir un mes de abril muy tenso y un puente de mayo de infarto, porque acaba el plazo para no convocar nuevas elecciones, a la espera de que un milagro termine con este viacrucis.