Se cuenta que el emperador Augusto decidió que se celebraran en Roma unos juegos en el Circo, pero llovía torrencialmente, y la lluvia pertinaz se prolongó a lo largo de la noche, por lo que la gente pensó que serían suspendidos. Afortunadamente a la mañana siguiente el sol lucía en el cielo y se celebraron. Para asombro de todos, apareció en los muros del palacio imperial un grafiti laudatorio dedicado al emperador; se trataba de los siguientes versos: "Llueve durante toda la noche; por la mañana se reanudan los espectáculos: César tiene su imperio compartido con Júpiter".

Satisfecho Augusto, quiso saber quién había sido el autor y se presentó, como tal, uno llamado Betilo.

La noche siguiente, Virgilio, el verdadero autor de los mismos, escribió debajo otros versos reiterativos e incomprensibles, que completaban la estrofa a modo de enigma: "Estos versos hice yo y otro se llevó los honores: así vosotros no para vosotros? así vosotros no para vosotros? así vosotros no para vosotros? así vosotros no para vosotros" (Sic vos, non vobis)

Augusto le pidió a Betilo que los acabara, para que se entendiera verdaderamente su significado, y él se vio incapaz. Fue Virgilio quien lo hizo de la siguiente manera: "Así vosotras, no para vosotras, hacéis la miel, abejas; así vosotros, no para vosotros, lleváis los arados, bueyes; así vosotras, no para vosotras, hacéis los nidos, aves; así vosotras, no para vosotras, lleváis los vellones, ovejas". Con lo que quedó demostrado no solo quién era el verdadero autor de los versos, sino también que lo que creaba el poeta no era propiedad de él, pues estaba destinado a que otros lo disfrutaran, entendieran y difundieran.

Ese ha sido el lema de los archiveros españoles, "Sic vos, non vobis", pues ellos han descubierto joyas dormidas en los legajos o atados de documentos, que han perdurado a lo largo de los años ocultas, para que otros puedan estudiarlas y hacerlas llegar al público.

Traigo a colación dicha historia porque hemos asistido a uno de los conciertos más impactantes que se han podido escuchar a lo largo de estos 14 años en el Pórtico de Zamora, tan magistralmente dirigido por Alberto Martín. Se trata del interpretado por el grupo de música antigua Tacto Solo, a cuya cabeza está el organetista Guillermo Pérez, el cual ha sacado a la luz, entre otras obras, las conservadas en el manuscrito ZA 184, y parte de las del Misal Votivo de la iglesia de Zamora, dedicado a san Ildefonso, que se conserva la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid.

El manuscrito ZA 184, de fines del siglo XIII o principios del XIV, se descubrió porque a partir de 1986 el antiguo director de dicho Archivo, Florián Ferrero, mandó revisar todos los Protocolos Notariales, a fin de identificar los pergaminos antiguos desconocidos, pero conservados, que habían sido reutilizados como cubiertas de dichos Protocolos.

El encargado de llevar a efecto dicha revisión fue Alfonso González Matellán. Fruto de dichos trabajos se localizaron aproximadamente 100 documentos en pergamino, aparte de numerosos planos y dibujos, entre los que destacaban el Fuero de Castroverde, el Beato del Archivo Histórico Provincial, diversos documentos pontificios y de carácter real, así como 600 fragmentos musicales de los cuales se extrajeron de los Protocolos 280 para su mejor preservación.

El antiguo director los ofreció a numerosos especialistas para que fueran estudiados (Sic vos non vobis), sin que nadie aceptase, hasta que finalmente la profesora australiana Kathleen E. Nelson, a principio de los años 90, realizó dicho estudio y así surgió la publicación: Medieval liturgical music of Zamora, editado conjuntamente por la Universidad de Otawa (Canadá) y la de Adelaida (Australia).

Debido a la importancia del fragmento ZA 184, ella también llevó a cabo un estudio pormenorizado del mismo, que fue publicado por la Universidad de Cambridge, "A fragment of medieval polyphony in the Archivo Histórico Provincial of Zamora".

Dado el interés que despertó en todo el mundo, entre 2010 y 2012 fue digitalizado y estudiado en profundidad, junto con otros fragmentos musicales medievales, por la Universidad Complutense de Madrid y la de Oxford. Esta difusión provocó que grupos especializados, como el que aquí nos ocupa, se interesaran por el mismo.

Y en 2013, la Subdirección General de Archivos Estatales y el Instituto del Patrimonio Cultural de España procedieron a la restauración de la mayor parte de los fragmentos conservados en el Archivo Histórico Provincial de Zamora.

Todo apunta a que el fragmento zamorano formaba parte de un Códice, posiblemente realizado con anterioridad al conservado en el Monasterio Real de las Huelgas de Burgos, ya que la tipología de la letra es unos años más antigua, aunque coincide con él en la música; los cuales se completan uno con otro, al conservarse ambos fragmentados.

El hecho de coincidir este fragmento con el de las Huelgas significa que habría talleres en los que se copiaban códices musicales que se distribuirían después ampliamente entre los diversos lugares que los solicitaban, lo que nos habla de una amplia difusión musical a fines del siglo XIII.

El ZA 184 servía de encuadernación y refuerzo de un Protocolo Notarial de Toro, lo que a su vez hace pensar que pudiera proceder de un monasterio femenino toresano.

Si observamos detenidamente la evolución desde el hallazgo hasta la interpretación de los fragmentos musicales que el día 6 de marzo ha ejecutado el grupo Tasto Solo en la iglesia de San Cipriano, nos daremos cuenta de que no ha sido la obra de un único hombre, sino que todos los involucrados a lo largo de la historia han hecho posible que se cumpliera lo propuesto en el enigma creado por Virgilio, quien desmontó la autoría que intentó suplantar Betilo, sin conseguirlo: Sic vos, non vobis, todo para vosotros, pero sin vosotros.

Lo cual es de agradecer, ya que después de muchos años, los asistentes al concierto, gracias a ese esfuerzo colectivo, hemos podido apreciar la recreación de las técnicas y modos de expresión de una música medieval polifónica, extremadamente refinada y sugerente, de la misma manera que lo hicieron nuestros antepasados.

¡Larga vida al Pórtico!