Parece que el pacto entre PSOE y Ciudadanos para la fracasada investidura de Pedro Sánchez ha mejorado la imagen de sus líderes, los ha afianzado de cara a los electores y ha originado un giro de tendencias y resultados en las últimas encuestas que se van conociendo sobre las hipotéticas elecciones de junio si antes no hay Gobierno, de lo que pocos dudan, y que supone un cambio casi completo respecto a sondeos anteriores que fiaban las mayores posibilidades de alza a PP y a Podemos, los dos extremos del espectro político actual, y la pinza que acabó con las vanas ilusiones socialistas.

Ahora mismo, sucede al contrario que son precisamente PP y Podemos los que mas claramente apuntan a la baja, tal vez como castigo a su perversidad de colocar al país al borde de una nueva cita ante las urnas. A los de Rajoy, y se entiende que con Rajoy al frente del tinglado, se lo considera, pese a todo el partido que más votos obtendría, pero todavía menos que en diciembre, y sus escaños andarían por entre los 110 diputados, poco más de un 25% de los votos emitidos. Sin embargo, puede que tuviese más probabilidades de gobernar siempre que Rajoy hiciese mutis por el foro.

Pues esa favorable situación se produciría si Ciudadanos hiciese realidad unas previsiones que le llevan hasta un 50% más de representación en el Congreso, lo que supondría llegar hasta los 60 escaños. Y sumando, resulta que una alianza de derechas o centro derechas situaría al PP al borde de la mayoría necesaria. Claro que Albert Rivera, el de Ciudadanos, sigue explicando a todos que cualquier acuerdo con el PP habría de pasar por la desaparición de Rajoy. Pero, vamos, ha brujuleado tanto Rivera, de uno a otro lado -y ahora mismo está al lado de la izquierda, o lo que sea el PSOE, que tampoco se sabe ya muy bien- que cuesta trabajo creerle del todo.

Claro que esa cercanía a la mayoría, aunque no tanta, se produciría igualmente manteniendo Ciudadanos el pacto con Sánchez, pues las encuestas otorgan al PSOE los mismos votos y escaños poco más o menos que el 20D, lo que tampoco sería mal recibido por los socialistas que sostendrían sus opciones. La decisión sería de Rivera. Pero la última palabra seguiría teniéndola Podemos, el otro bloque perdedor, que reduciría también su número de representantes en la cámara baja que apenas si llegaría a 60, una pérdida notable, y es que su papel en las sesiones de investidura, su radicalismo y su cisma interno ante la división de posturas en torno a su relación con Sánchez explican la caída.

El tiempo va poniendo a cada cual en su sitio, y la cabra siempre tira al monte, se asegura, y nada de eso beneficia a PSOE y Podemos, sino todo lo contrario. La alcaldesa de Barcelona echa a los militares de un recinto ferial municipal, al alcalde de Valencia se le detectan irregularidades varias, al jefe del PSOE en Galicia se lo imputa repetidamente, todos colocan a dedo a los suyos, en fin que incide la izquierda en lo mismo que denuncia en la derecha, ante el desencanto de muchos. Y mientras, Pedro Sánchez admite que no descarta un pacto ahora, para evitar las elecciones, con Iglesias de vicepresidente.