Es la primera vez que voy a escribir en este periódico sobre el otro tema que trabajo: género, violencia de género, políticas de igualdad, etc. Hasta ahora sobre esto solo había escrito para revistas científicas y libros, pero la noticia de moda en este ámbito, y aprovechando el marco de la "celebración" del Día Internacional de la Mujer, me ha hecho pensar. Me refiero a la actuación (o sobreactuación) de Alejandro Sanz en un concierto en América. Para quien todavía no sepa de qué va el tema describo en dos líneas el momento: el cantante desde el escenario paró de cantar para increpar a un hombre que está maltratando a una mujer. Las palabras del cantante: "No hice nada extraordinario creo que actué por puro instinto, vi algo que creía que estaba mal, me parece que maltratar a cualquier persona no está bien, pero sobre todo a las mujeres me parece mucho peor".

A partir de esta actuación del cantante hubo una explosión a lo largo y ancho del planeta y de las redes sociales de alabanzas hacia su acción. Enseguida lo relacionaron como ejemplo y personificación en la lucha contra la violencia de género. Yo en cambio, como "experto" en estos temas, no me dejé llevar por la manipulación de los medios de información y su capacidad para crear opinión pública. Tan solo vi la imagen que tantas veces he visto cuando era un poco más joven y salía de fiesta, dos gallitos enfrentándose porque queriendo o sin querer, uno de ellos, hombre, había tirado la copa a una chica o porque estaba siendo muy pesado con la chica. Todos sabemos que se ha llegado hasta muertes "de corral" (por lo de gallitos). Es cierto que en algunos casos no hay que dejar de actuar, no por la supuesta debilidad de la chica, sino por coherencia de evitar molestias exageradas no deseadas. No considero que esos jóvenes en los bares nocturnos tuvieran, o tengan ya que sigue pasando, ninguno de ellos el mínimo valor interiorizado sobre temas de igualdad, o de violencia de género. En aquellos casos como en este, era, como afirma el mismo cantante, simple instinto, en mi opinión simple instinto primario de machito. Y eso no es conciencia del problema de la violencia de género, sino un estadio o nivel del mismo.

El tema es que en torno a tal acontecimiento han caído comentarios y alabanzas hacia el cantante desde todos lados y todos los ámbitos y esferas: políticos, personas del mundo del espectáculo, gente a pie de calle, sus admiradoras y admiradores. Parece que tenemos a un gran hombre defensor de la igualdad de género entre nuestros nacionales, y además con repercusión internacional. Quizá la nueva cara de próximas campañas publicitarias sobre el tema. ¿O simplemente es un machito más? Veamos. En su último disco la portada del mismo tiene la siguiente imagen: su cara acariciada por varias manos de mujer (para un trabajador de este tema esto no es conciencia de igualdad, sino mantenimiento del problema). Pero eso no es lo peor. Una de las letras de sus canciones dice: "Si no quieres flamenquito no haber tocado las palmas" mientras se ve cómo el personal de seguridad de un bar nocturno le separa de una chica con la que estaba siendo pesado. Esas palabras de su canción son graves y están respaldando el comportamiento machista de los hombres hacia las mujeres al insinuar que se escudan en el que si no quieres que te molesten no provoques con tu forma de vestir, o tu forma de bailar, tu forma de ser o tu forma de mirar. O quizá solo por saludar. Habría que entender cada hombre hasta dónde entiende lo de dar palmas. Son ideas como las de quien dice que si no quieres ser violada no vayas por la noche en minifalda. Son pensamientos y percepciones peligrosos y muy magistralmente insertados en nuestra sociedad para que no seamos casi ni conscientes de que están ahí.

Termino, porque hay que ser breves, ya que esto solo es un escrito de opinión con espacio limitado, diciendo que puede que lo que se esté alabando no sea un acto contra la violencia de género, sino al típico machito existente en toda cultura. Porque no olvidemos que el machismo y el patriarcalismo son, por un lado, transversales: en toda la cultura y sociedad a lo largo de todas sus instituciones; y, por otro lado, universales, se dan en toda sociedad en todo el mundo adoptando maneras y formas diversas, disfrazados de tradición cultural. Y es por eso mismo que el feminismo es la revolución más grande, por todo a lo que se enfrenta y que intenta derribar. Y en esta labor se necesita un nuevo modelo de masculinidad y no al gallito de siempre.

El feminismo no es algo que esté de moda, es algo que debe formar parte del ser humano y de las culturas. El feminismo se enfrenta al machismo y al hembrismo. Este 8 de marzo era un buen momento para pensarlo.

Raúl Reloba Ferrero (Salamanca)