Cercana ya la Semana Santa, tan madrugadora este año, las calles de Zamora dejan sentir estos días las obras previas a las celebraciones que, en esta ocasión, superan, por suerte, los lavados de cara habituales de la época con el objetivo de mejorar el estado de desidia que venía sufriendo la ciudad dada la inminencia de Las Edades del Hombre que si llevará muchos visitantes a Toro para ver la magna exposición sacra dejará notar también de modo notable la presencia turística en la capital.

Pese a las molestias que ocasionan, los trabajos son bien aceptados por transeúntes y conductores, porque la gente es muy consciente de cuánto se necesitaban y porque se tiene confianza en la labor del alcalde y su equipo que a la chita callando y después de poner orden en los asuntos municipales heredados se están mostrando eficientes y discretos en la resolución de los problemas, los viejos y los nuevos, lejos de la alharaca y las fotos y la venta de humo de los anteriores gobiernos locales, todos del PP hasta que los zamoranos en mayo de 2015 dijeron basta ya.

Ha habido un hecho reciente, no obstante, que ha hecho fruncir el entrecejo a la gente que sin ser de izquierdas votaron a IU, a Guarido. Y es esa moción que han intentado presentar de acuerdo con el PSOE para el boicot a Israel por su actuación en Palestina, una iniciativa internacional que ha llegado ya a algunos ayuntamientos españoles aunque ninguno de capital de provincia. Ya estamos como siempre, o sea. La moción no prosperó pues la oposición se abstuvo, con buen criterio, y además el secretario municipal advirtió de la posible ilegalidad de la campaña en marcha que ha sido denunciada en los juzgados, lo que ha propiciado que algún municipio se haya retractado ya.

El alcalde lo presentó como una declaración política en apoyo al pueblo palestino. Algo así como cuando hace décadas les dio a pequeños pueblos de Zamora, siguiendo consignas de la izquierda, por declararse zona no nuclear. Más recientemente, Guarido recibió al embajador de Venezuela, y ello ya dio origen a demagógicas protestas de la oposición. Lo de ahora resulta gratuito y absurdo, porque digan lo que digan algunos, los ayuntamientos no están para eso sino para velar por la ciudad y los ciudadanos, en todos los órdenes y aspectos, pero no en sus ideas ni posturas ideológicas y políticas. Zamora, como toda España, ha abierto siempre sus brazos con generosidad tanto a los pueblos árabes, tradicionalmente amigos, como a los judíos, y ambas comunidades tienen una larga tradición en su historia. La iniciativa ha partido de una red solidaria contra la ocupación palestina que preconiza boicot, desinversión y sanciones contra el estado de Israel y ha prendido en diversos ayuntamientos de izquierda, casi todos del norte y de la región catalana. Pero otra organización de acción y comunicación en Oriente Medio ha reaccionado contra la campaña emprendiendo acciones legales y calificando el intento de boicot como una incitación a la discriminación, a la violencia, a los derechos y libertades de las personas y en definitiva calificando los hechos como un delito de odio. Que si no es, puede parecerlo.