Los demás jugadores insisten, exageran y tergiversan el "fracaso" de Pedro Sánchez en las dos votaciones de investidura. Dulce fracaso. Su lealtad a la encomienda del rey prescribía el tiempo transcurrido, que no fue un tiempo perdido como dicen Rajoy y sus loros de confianza, sino tasado en la norma constitucional, bien aprovechado para afianzar el primer pacto postelectoral (la minoría PSOE+C's ya es la más numerosa del Congreso) y ratificar el hecho de que cualquier fórmula de gobierno pasará necesariamente por este dúo mientras no lleguemos al bis de las urnas, y quizá mucho más después de ellas. La pérdida de tiempo es la provocada por Rajoy al "declinar" el primer encargo del rey, y aún puede agravarla mareando la perdiz de un pacto imposible sin su previa retirada, como exigen los socios de la actual mayoría relativa.

La hueste pretoriana del candidato del PP descarta esa retirada, y si no se consolida en el resto del partido la tesis contraria el único pacto negociable será el actual con el resto de la izquierda constitucionalista. O sea, un pacto por el cambio -el auténtico, no el retórico- que probablemente sea el que necesita el país aunque el maximalismo faltón de Pablo Iglesias lo haya estorbado hasta ahora. Es de suponer que el sondeo de Metroscopia publicado en "El País" le haga pensar. Puesto que la mitad de los votantes de Podemos lamenta que su grupo parlamentario no haya investido a Pedro Sánchez, a Iglesias no le asiste toda la razón, sino la mitad: buen salvoconducto para replantearse el pacto PSOE-Podemos-Ciudadanos sin prejuicios unilaterales ni racistas.

El caso es llegar cuanto antes a una mayoría de gobierno sólida y estable, con toda la preponderancia posible de las reivindicaciones sociales pero sin la pretensión de un cambio de "régimen". El pueblo español ha señalado de manera inequívoca su opción por la transversalidad y el mestizaje políticos, que son conceptos de extraordinaria profundidad, poderoso presente y enorme futuro en el cambio del mundo. La inteligencia transversal es mucho más fecunda que la unilateral excluyente, mientras que lo ideológicamente mestizo debe extenderse a la política tras haber enriquecido exponencialmente la cultura y estar luchando por abatir todas las formas del racismo. Si el ideal del auténtico progresismo es el de un solo mundo para una sola categoría de persona humana, todo aquello que se le oponga es injusto y retrógrado. No más Trump ni más Le Pen, sean de derecha o de izquierda.