Las encuestas realizadas tras el fracaso de la investidura de Pedro Sánchez ha puesto de relieve lo que piensa en general la sociedad española sobre el fallido intento y acerca de la situación política por la que está atravesando el país y que se encamina hacia la celebración de nuevas elecciones generales si en un par de meses España continúa sin Gobierno.

Pese a la evidencia de lo ocurrido y de los resultados obtenidos en las votaciones existen datos en tal sondeo que parecen querer demostrar que la gente tiene las ideas claras, ya que no las tienen sus dirigentes. De los cuatro líderes principales ha sido en esta ocasión Albert Rivera, el de Ciudadanos, el más valorado, mientras Rajoy, como es habitual, el que menos, lo mismo que sucede con Pablo Iglesias, este a la cola, un rechazo que se extiende a sus partidos, al PP y a Podemos.

Es a Sánchez a quien los consultados conceden más posibilidades de llegar a ser presidente del Gobierno de la nación, bien sea a través de acuerdos con otros partidos, lo que evitaría la convocatoria de comicios para finales de junio, o bien después de celebrarse las elecciones, en las que se considera que el PSOE puede salir muy revalorizado tras su alianza con Ciudadanos, que sigue siendo la fórmula de cambio preferida, aunque la más difícil de alcanzar antes, ahora y luego.

En lo que igualmente parece haber casi unanimidad es que ha pasado el tiempo de Rajoy y que el presidente está sobrando en un PP que necesita de regeneración inmediata, de refundación democrática, acuciado ya por sus bases, sobre todo por los jóvenes que dan señales de su rebelión, exigiendo democracia interna, y el fin de las camarillas y el dedo. El 80 por ciento de las personas encuestadas opinan que la era Rajoy ya se ha acabado, entre ellos casi el 50 por ciento de sus votantes, decepcionados por su mala gestión y por la corrupción galopante.

En cuanto a los votantes de los demás partidos todos, en un 90 o más por ciento, consideran que el líder del PP ha llegado a su fin. Desde luego, ni va a conseguir ahora, por mucho que lo intente ni por más negociaciones, cesiones y concesiones que lleve a cabo, lo que no consiguió antes, ni las elecciones serán su tabla de salvación sino, lo más probable, su tumba política definitiva, lo cual puede ser, a medio plazo, lo mejor para el PP, encerrado en un bucle peligroso del que ni siquiera intenta salir.

Aunque no guste a la mayoría, la única posibilidad que sigue pareciendo real y no quimérica como ha sido el pacto de Sánchez con Rivera -a una investidura hay que ir con los votos garantizados- es un acuerdo entre PSOE y Podemos, pero que se extendiese también a Ciudadanos. El 50 por ciento de los votantes de Iglesias quieren esa alianza, según los sondeos, algunos de sus dirigentes notables como el exfiscal Villarejo se han ido dando un portazo y los alcaldes de la entente de izquierdas presionan en busca de una segunda oportunidad, pues ven alianzas y cargos en peligro. Aun así, cunde el desánimo y se teme la vuelta a las urnas, con unos resultados semejantes, y suma y sigue.