Hoy, último acto de la representación en el Congreso de la sesión de investidura presidencial al candidato socialista Pedro Sánchez, con los votos minoritarios del PSOE y Ciudadanos. Los resultados del primer acto fueron más abrumadores aún de lo que se preveía: los 140 escaños a favor del aspirante por un lado y 219 en su contra. Demoledor, una derrota por goleada, y una sensación de ridículo para los dos partidos que tuvieron la ocurrencia de presentarse sin contar con los apoyos suficientes, confiando en un cambio de actitud por parte de PP y Podemos que todo el mundo sabía que, salvo milagro por medio no se iba a producir. Sánchez habrá salvado su dignidad y habrá cumplido con el mandato de los dirigentes socialistas pero su papel, en conjunto, ha sido lastimoso, ha evidenciado una mala gestión de la oportunidad concedida, y su presencia como candidato del PSOE si se repiten las elecciones, resulta más problemática que nunca, con una asamblea general en primavera.

Porque ahora ya no cabe ninguna esperanza de ese posible acuerdo de última hora con el que tanto se ha especulado antes, en los días previos. La sesión del miércoles fue un espectáculo duro y bronco, a cara de perro, todos contra todos, rompiendo puentes y devastando el panorama político en busca, parecía, de la convocatoria de nuevos comicios. Rajoy, que sigue solo y que no es fácil que pueda arriesgar a una investidura en la que obtendría menos votos que Sánchez, se mostró elocuente y soberbio, tratando de humillar al candidato socialista, pero tras la fachada consecuente se apreciaba enseguida al gobernante frustrado. El líder de Ciudadanos le pidió directamente que se fuera, que dejara paso a otro PP, con el que aunque no lo dijese estaría dispuesto a pactar para conseguir ese "menage à trois" con el que sueña desde el mismo 20D, en espera de que una coalición de PP, PSOE y Ciudadanos hallase solución con Rivera, en el centro, de presidente. Lo más llamativo fue con diferencia el ataque de Pablo Iglesias contra Sánchez, en el que se descubría el resentimiento oscuro de Podemos contra un PSOE que los ha despreciado desde el principio y que ha obligado a su candidato a mantener la misma postura, negándose a cualquier acuerdo. Iglesias volvió así a las puertas giratorias que dan cómodo y bien pagado albergue a la vieja guardia socialista y hasta llegó a hablar de "cal viva" al referirse a la época felipista, todo lo cual dejó al candidato casi sin respuestas, aunque alguna hubo en la misma onda.

Ahora, el más difícil todavía. Pese al enfrentamiento abierto del miércoles, Iglesias está listo para comenzar a conversar de nuevo con Sánchez sobre la base de una alianza exclusiva entre PSOE, Podemos y otras izquierdas, siempre sin Ciudadanos. Y por su parte, Rajoy piensa convocar al líder socialista para lo mismo, tratando de conseguir una vez más la triple coalición que evite la convocatoria de elecciones. Pero esa es, precisamente, es la más improbable de las alianzas. Quedan dos meses por delante, si hoy en la segunda sesión de investidura se confirma y consuma, como parece total y absolutamente seguro, el fracaso del absurdo intento protagonizado por Sánchez y Rivera.