No se puede dejar caer al otrora pujante comercio tradicional de Zamora. El bajón que ha dado con el paso de los años es público y notorio. Es como si se hubiera desinflado. Como si la proliferación de franquicias les hubiera empujado a arrojar la toalla. Y es un error grave. Porque el comercio tradicional de Zamora ha sido, desde siempre, termómetro de la vida económica de esta ciudad. Hay quienes prefieren Salamanca y Valladolid, sin caer en la cuenta del perjuicio que ocasionan a un sector al que deberíamos mimar y potenciar también con nuestro apoyo en forma de compras.

Bien es verdad que el sector debe reformarse y reforzarse, debe caminar al compás que marcan los nuevos tiempos. Nacer para permanecer no para morir al cabo de unos meses de resistencia. Bien cierto es que los propietarios de cientos de locales, lejos de contribuir, dada la coyuntura, con unos alquileres razonables, quieren hacer el agosto durante cualquier mes y se ceban. Es su legítimo derecho. Pero luego se quejan de que los inquilinos les duran poco. No todo van a ser franquicias. Y bien cuando esas franquicias están dirigidas por manos zamoranas, lo malo es cuando los hilos se mueven directamente desde sus lugares de origen.

El dinero de los zamoranos que se quede en Zamora, que deje de viajar porque eso no contribuye a nuestra riqueza, muy por el contrario, nos hunde cada vez más. La administración, fundamentalmente el Ayuntamiento, deberían contribuir con su respaldo a las ideas, a las iniciativas para potenciar el comercio tradicional zamorano. Concursos, y dinero para que se "piquen" y devuelvan al sector el esplendor que tuvo. Lo que en otro tiempo se hizo bien, debería ser rescatado por los próceres municipales actuales. Menos retórica y más acción. Más apoyo. Sin miedo al qué dirán, con fuerza, con ganas, que se vea el brío. Me da cien patadas cada vez que se cierra alguno de nuestros comercios de siempre. Antaño el recambio estaba asegurado. Hogaño no. No da para comer, o eso dicen quienes sufren la crisis en las cajas registradoras. Necesitamos un Azeco operativo y una Ceoe más reivindicativa. Menos cursos y cursillos sobre los que siempre ha pesado la duda y que la Junta de Castilla y León alimenta descaradamente y más procurar el bienestar del comercio y la industria de una ciudad y provincia que merecen mejor suerte.

Creo que mantener vivo al comercio tradicional zamorano es cosa de todos. También de sus propietarios que a veces se adocenan, dejándose llevar por una inercia desesperante. Yo estoy a favor del comercio tradicional. Pero ¿y el comercio tradicional?