Esta pregunta que titula nuestro escrito seguro que te la has hecho alguna vez. Si no fuera así no seguirías leyendo. ¿Quién es Dios? Eso le plantea Moisés a Dios cuando se encuentra con él. Si le va a hacer un encargo quiere saber quién es Dios. Exactamente igual que nos sucede a ti y a mí. "Si Dios quiere que crea en él, me tendrá que decir quién es". Muy lógico tu razonamiento. Ante Moisés, Dios no se queda callado. No envuelve la respuesta en el misterio, como si jugase al escondite. Dios responde con claridad. Desea que Moisés se entere bien de quién es ese Dios que lo envía a cumplir una misión en su nombre. Lo mismo te responde a ti y a mí cuando le hacemos la misma pregunta: ¿Quién eres?

Como buen maestro, Dios va respondiendo poco a poco. Necesita que vayamos conociéndolo bien, sin confundirnos, de verdad. Primera respuesta: Yo estoy presente en la historia del hombre, en la historia de tus antepasados, desde el principio. Quizá tú y yo lo estamos descubriendo ahora, a Dios. Pero él lleva ahí desde el inicio del mundo, presente y actuando en la vida y en la historia de los hombres. Pero no de cualquier hombre o mujer. Presente y actuando en la vida de tu familia, de tus antepasados, a los que conociste o de los que escuchaste hablar. Con un nombre propio, con unas circunstancias particulares, en unos lugares concretos. Ahí ha estado Dios. No es un desconocido que ha aparecido ahora, de repente.

Segunda respuesta: Dios se preocupa por ti, Dios te ama. Por eso quiere rescatarte de tus pecados, de tus amarguras, de tus tristezas, de tus sufrimientos sin sentido. Ha visto la dureza de tu vida y quiere intervenir. Para salvarte, siempre para mejorar tu vida. A la manera de Dios, que es mucho mejor para ti que otras formas de salvación parciales, materiales, engañosas, que te usan. Esas salvaciones mentirosas te las ofrece el mundo para que sigas siendo un esclavo o una esclava. Dios te ama y por eso quiere que seas completamente libre. En la pasión, muerte y resurrección de Cristo ha hecho esto realidad para ti. Estás salvado. Ahora depende de ti. ¿Aceptas dejarte salvar por Jesucristo? Ya sabes quién es y cuánto te ama. No te fías de un desconocido. Dios no es un desconocido.

Si hoy rechazas esta salvación, no está todo perdido. El señor te seguirá buscando, día a día. Siempre te da otra oportunidad. Como en la parábola de la higuera del evangelio de hoy. Hasta el final de tu vida. Pero cuanto antes te acerques a él, será maravilloso para ti. Y recuerda, a Dios solo lo conoces de verdad en la Iglesia, con los que comparten tu fe, también tus dudas. Ahí, en la comunidad de cristianos, la Iglesia, Dios se revela, se deja conocer por ti. Y todo porque te ama como nadie te amará jamás.