Aunque las negociaciones a cuatro bandas entre PSOE, Podemos, IU y Compromís están en marcha, y ya con prisas, la respuesta de los socialistas al programa de condiciones presentado hace unos días por Pablo Iglesias hace vislumbrar como cada vez más lejana la posibilidad de un acuerdo de izquierdas que haga real la investidura de Pedro Sánchez, dando la razón a Rajoy cuando le dijo a Cameron, el premier inglés, que habrá nuevas elecciones a finales de junio. Lo que no le dijo es que las últimas encuestas registran descenso de escaños para el PP y Podemos, los dos partidos más rechazados y de líderes menos valorados, y aumentos leves o moderados para PSOE y Ciudadanos.

De todos modos, y con un documento de muchas menos páginas que las utilizadas por Podemos para sus propuestas, el PSOE ha expresado sus puntos de acuerdo con la formación populista, caso de las medidas sociales y laborales, pero ha enfatizado más sus desacuerdos y ha hecho hincapié en unas exigencias innegociables. Una de ellas, ya reiterada, es que Sánchez no hará con Iglesias negociaciones excluyentes, y de hecho en breves fechas espera llegar a un acuerdo con Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. Otra es la no admisión, para nada, del control político a los órganos de poder e institucionales y tampoco están de acuerdo los socialistas en la subida de impuestos ni en el aumento del gasto público. Y la definitiva: la negativa absoluta a cualquier consulta secesionista, ya sea en Cataluña o donde fuere. Si Podemos excluye el referendo, podría haber acuerdo, pero no de otra manera.

Hablarán sí, pero desde posiciones muy marcadas y diferentes. El PSOE mantiene o pretende mantener una política de sesgo socialdemócrata, mientras Podemos, que parecía haberse moderado durante su campaña, ha vuelto a enseñar los dientes de su radicalidad. Pensar en el control de jueces y fiscales, aunque sea para luchar contra la corrupción, remite a los comisariados políticos y a tiempos rancios y va contra la independencia de los poderes. Subir los impuestos para aumentar el gasto público resulta muy poco inteligente cuando se está saliendo de la era Rajoy. Si Podemos quiere elevar el gasto que no recurra a los contribuyentes sino que tire de tanto cargo y tanta institución inútil como sigue existiendo, caso del Senado, las diputaciones, los entes repetidos, los enchufados de cada partido. Que hay mucho donde ahorrar, en fin, pero no a costa de los demás, como ha hecho el PP cínicamente.

Así que todo parece conducir, inevitablemente, al pacto PSOE-Ciudadanos, un surrealista viaje a ninguna parte con llegada a vía muerta la primera semana de marzo. El PP no se abstendrá en la investidura y lo mismo hará Podemos. Los de Rajoy, porque Sánchez tampoco aceptó esa posibilidad cuando se le propuso, y los de Iglesias, resentidos por quedar excluidos de la gobernabilidad. Solo queda el camino de unas nuevas elecciones que todos rechazan, desde el mundo del dinero y el empresariado a la gente de la calle, y cuyos resultados, poco más o menos, serían los mismos en junio, para mayor inri.