El pasado viernes 19 fue la memoria litúrgica del beato Álvaro de Córdoba. Se cree que fray Álvaro de Zamora -así se le denomina en los documentos antiguos- nació en Zamora a mediados del siglo XIV. En 1368 entró en la Orden de Predicadores (dominicos). Fue profesor de Teología en Valladolid y confesor del rey Juan II de Castilla y de su madre. Visitó Italia, donde conoció los ensayos de reforma dominicana, y emprendió esa reforma en el Convento de Escalaceli, que él mismo fundó en Córdoba. En él construyó oratorios proponiendo la meditación de la Pasión de Cristo, por lo que es considerado el introductor en Europa del Vía Crucis, que habría aprendido en una peregrinación a Tierra Santa. Murió en torno al año 1430. Sus reliquias se conservan en el convento de Escalacaeli. El papa Benedicto XIV aprobó su culto en 1741.