En los versos 85-96 del poema "Con pura melancolía", el comendador Román advierte al converso Antón de Montoro que, si algún día se le ocurre acercarse a la población de Tábara (en la provincia de Zamora), todos descubrirían que sigue siendo tan judío como el día que nació. Tan extraña afirmación se basaba en que, según varios textos del siglo XV, en Tábara existía un curioso artefacto descubridor de judíos. La fama del autómata de Tábara se extendió durante los siglos siguientes, hasta el extremo de que el padre Feijoó, ya en el siglo XVIII señalaba lo estrafalario del relato: "Yo quería sin debate/ Antón, salvaras la rixa/ en este trote,/ pues que soys buen alfayate,/ que ha girys a vuestra pixa/ capirote;/ porque si bien lo miráis, / aunque estéis acristianado,/ yo me creo/ que si a Távara passais/ vos serés apedreado/ por hebreo".

Todo parecerá más claro, sin embargo, si se tiene en cuenta que Tábara fue muy famosa durante casi todo el siglo por una leyenda mágica de tintes antisemitas. Según esta narración, a las puertas de la villa se había dispuesto una enorme cabeza encantada que tenía la virtud de descubrir a cualquier judío que entrara en ella por disfrazado que fuera. Cuando esto sucedía, la cabeza empezaba a gritar: "¡Judío en Távara, judío en Távara!" y no cesaba en sus aullidos hasta que, quien fuera, abandonaba la villa, momento en que la cabeza volvía a gritar: "¡Judío fuera de Távara!" y se callaba.

De hecho, leyendas sobre cabezas parlantes que predicen el futuro o revelan los secretos de las personas se conocen desde antiguo. Mencionamos la más famosa que, en el siglo XVII, con la cabeza de metal que Don Quijote y Sancho Panza contemplaron en casa de Antonio Moreno en Barcelona: (Capítulo LXII. Que trata de la aventura de la cabeza encantada, con otras niñerías que no pueden dejar de contarse: "Esta cabeza, señor don Quijote, ha sido hecha y fabricada por uno de los mayores encantadores y hechiceros que ha tenido el mundo, que creo era polaco de nación y discípulo del famoso Escotilla, de quien tantas maravillas se cuentan; el cual estuvo aquí en mi casa, y por precio de mil escudos que le di, labró esta cabeza, que tiene la propiedad y virtud de responder a cuantas cosas al oído le preguntaren".

Después de haber hecho varias preguntas los concurrentes, entre los que se encontraban don Quijote y Sancho, todos concluyeron que, verdaderamente, aquella cabeza era una maravilla. "Pero en la opinión de don Quijote y de Sancho Panza, la cabeza quedó por encantada y por respondona, más a satisfacción de don Quijote que de Sancho".

Meditando sobre estos pasajes de la obra de don Miguel de Cervantes, en los que se hace mención a una leyenda que tiene su origen en Tábara, (aunque no se nombre a esta localidad de forma expresa) y habiendo descubierto en "El Quijote" otras referencias a Zamora y su provincia, no puedo por menos que insistir en la teoría de una gran vinculación de Miguel de Cervantes a la provincia de Zamora.