Es espeluznante comprobar cómo la podredumbre se ha apoderado no solo de la política, también del deporte, de la empresa y de la cultura en todas sus manifestaciones. Es vergonzoso leer un día sí y otro también el grado de corrupción que alcanza a partidos políticos y a los ejercientes de semejante res. Mal asunto cuando los gobernantes dejan de atender el interés general y actúan en función de sus intereses particulares. ¿Por qué será que la política siempre está expuesta al riesgo de la corrupción? No hablo de la corrupción individual siempre posible aun en el régimen menos corrupto, sino a la corrupción generalizada del sistema político.

La hipertrofia de la ética política da qué pensar. Y nadie está limpio de culpa para lanzar la primera piedra por mucho que a algunos se les llene la boca con la renovación, la regeneración, el progreso y el cambio. Como si ellos lo hubieran inventado. Lo malo es que el cambio no tiene recambio y el que nos venden no es el ideal. El Partido Popular con la mierda de la corrupción hasta el cuello. El Partido Socialista tratando de sacar la cabeza del estercolero de los Ere de Andalucía para poder respirar. Convergencia de Cataluña o como quiera que se llame ahora ahogada por el 3%. Y Podemos, salpicado e implicado en la financiación procedente de Irán y Venezuela que no han podido o no han sabido explicar. A todo esto hay que añadir el caso Nóos. ¡De vergüenza!

En la mayoría de los casos citados, las grandes empresas tienen mucho que ver. Acabamos de enterarnos de que el consejero delegado de Pronomed ha reconocido ante el juez de la Audiencia Nacional que abonó a Jordi Pujol Ferrusola 400.000 euros de comisiones. Y como este, la mayoría de grandes empresarios patrios, sobre todo de la construcción, han sufrido la mordida de todos estos avaros que nunca se conformaron con poco, hasta que la avaricia rompió el saco.

Y, digo yo, alguna culpa tendrán los empresarios a los que también cegó la avaricia. Si en verdad fueran honrados, lo suyo habría sido la denuncia inmediata en el Juzgado correspondiente. Por querer "llegar antes" que los otros, entre todos han ensuciado la vida pública e institucional. A los empresarios también habría que pedirles responsabilidades y no que se están yendo de rositas. Porque a ellos también cabría aplicarles, con la licencia correspondiente, aquellas redondillas de sor Juana Inés de la Cruz: "Quién mayor culpa ha tenido en una pasión errada, ¿la que peca por la paga o el que paga por pecar?". Pues eso. Es que ellos han venido pagando sistemáticamente por pecar.

Si alguien cree que Zamora es ajena a estas prácticas, incluso en niveles de colaboración deportiva, es que no está al corriente de la realidad. Aquí tampoco mean santo. No habría más que tirar de la manta. Pero para ello se necesita la valentía de quienes lo han sufrido, de quienes tienen pruebas, de quienes pueden contar historias que no se alejan mucho de las que vemos aparecer en la prensa nacional. Por estos lares, también se paga por pecar.