Esta es la España de ahora mismo, con el Gobierno en funciones, la hermana del rey en el banquillo de los acusados, y un candidato socialista a la presidencia del Ejecutivo de la nación que busca alianzas por todos los lados. Entre otras cosas, pues hay más, como la postura perdedora de un PP que asume ya que Pedro Sánchez puede ser el vencedor de esta lid que no siempre ni por todos está siendo noble, un concepto prácticamente desconocido en la vida política. Con Rivera, o con Iglesias, pero sin dejar de aprovechar el candidato socialista la oportunidad concedida.

Los contactos, las conversaciones, las negociaciones se suceden y el PSOE cuenta ya con el mecanismo previo para hacer la consulta a sus militantes. Ciudadanos y Podemos -que, por cierto, ya no ocupará el gallinero del Congreso-, sea el que sea el partido que acompañe al final a los socialistas en la coalición, también consultarán a sus bases. Y el todavía presidente Rajoy se va a reunir con Sánchez, a intentarlo vanamente una vez más, en una entrevista protocolaria y sin ningún futuro, dado que ningún poder convencerá al PSOE de apoyar al PP ni al PP de apoyar al PSOE.

En realidad, todo está como cuando el rey encargó a Sánchez, hace una semana, la formación de nuevo Gobierno. Algo se ha adelantado, claro, y hay una serie de puntos de encuentro que sirven de base a la negociación tanto con Rivera como con Pablo Iglesias. Pero ya se sabe que el pacto PSOE-Ciudadanos depende tanto de PP como de Podemos, por lo que de entrada resulta muy difícil, mientras que una alianza PSOE-Podemos solo depende de ellos mismos. Esa es la diferencia.

La impresión que se tiene en general y muy especialmente dentro del ámbito de la derecha es que las conversaciones volverán a punto muerto, que parecerá que solo queda el recurso de las nuevas elecciones, y que entonces, en el último momento, llegará el acuerdo de centroizquierda o de izquierdas para salvar al candidato Sánchez. Pese a ello, el PP, erre que erre, mantiene sus erróneas posturas y blinda a la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, integrándola en la diputación permanente del Senado pese a que la trama de corrupción de la "operación Taula" sigue siendo investigada exhaustivamente.

Ni autocrítica ni voluntad de mejora en el seno popular, donde se da por descontado que si el PSOE gobierna, al lado de quien sea, Rajoy habrá de marcharse a su casa. Dos frentes se perfilan, uno el de la vieja guardia del PP, molesta al parecer con el rey por haber contado con Sánchez, y que reniega de renovación, primarias y demás formas democráticas semejantes, y otro el encabezado por Aznar que ya exigió tras el fracaso del 20D una asamblea abierta para renovar un PP desnortado y a la deriva.

Los nombres de Feijoó, de Cifuentes, de Alfonso Alonso, de Casado, suenan como sustitutos de Rajoy llegado el caso. Pero aún queda trecho por recorrer hasta que Sánchez, del brazo de Rivera o de Iglesias, o de los dos, llegue, si llega, a la presidencia del Gobierno, y mientras hay vida hay esperanza.