Cabe teorizar otras combinaciones, pero da la impresión de que al final las que le pueden salir a Sánchez son dos: o un Gobierno de izquierda en minoría, con un centro y una derecha vigilantes, o un Gobierno de centro-izquierda en minoría, vigilado a diestra y a siniestra. Bien mirado, ninguna de las dos estarían mal, vistas las tareas: reformar la Constitución, hacer limpia de la corrupción, sostener la tendencia positiva de la economía y el empleo, y afrontar con vigor el reto del secesionismo. O sea, unos gobiernan y otros refrenan posibles excesos, con un pacto amplio subyacente para las reformas. Se abriría así el tiempo del tino, los acuerdos, los equilibrios, es decir, de la verdadera política. Las invocaciones a la catástrofe, que pregona el PP, pueden servir como aviso, pero son muecas que tras cumplir su función deberían relajarse. Por ahí debería ir tal vez el patriotismo.