Define el Ministerio de Sanidad en la normativa al respecto que el agua es fuente de vida y salud y que su calidad "está íntimamente relacionada con el nivel de vida y con el nivel sanitario de un país". A lo largo de la historia, de la potabilidad de esta sustancia líquida ha dependido el asentamiento de pueblos y el crecimiento y desarrollo de ciudades. Zamora, que siempre había presumido de un agua de gran calidad, ha empezado a dudar de este aserto cuando las nuevas exigencias, impuestas sobre todo por la UE, se han incrementado, detectándose deficiencias en más de una decena de municipios, sobre todo por contaminación de nitratos, arsénico y fluoruros.

En los últimos dos años, Zamora ha sido el territorio de Castilla y León que ha requerido de más abastecimiento extraordinario con camiones cisterna por problemas de potabilidad. Esta circunstancia se ha dado no solo en los meses de verano, cuando la sequía comprime los manantiales subterráneos, de donde se abastece buena parte de la provincia, a excepción de la capital, Benavente-Los Valles y la comarca de Sayagua, que lo hacen del Duero, el Tera y el embalse de Almendra; también hay problemas en los meses más húmedos, lo que resulta aún más preocupante.

El mayor índice de contaminación se ha detectado en municipios de las comarcas del centro de la provincia, sobre todo en Tierra del Vino, Pan, Lampreana y Campos, pero también ha habido problemas en algún pueblo alistano. Las mayores deficiencias coinciden, en muchos casos, con las zonas de agricultura intensiva, con regadíos alimentados por aguas subterráneas, donde abundan los pozos de sondeo y cultivos como el maíz, que consumen una gran cantidad de fitosanitarios.

Los problemas detectados en los últimos años, donde las exigencias en los análisis han aumentado al entrar en vigor nuevas normativas y ponerse en marcha programas específicos de vigilancia sanitaria, se han intentado paliar con abastecimientos a través de cisternas y con la instalación de potabilizadoras, lo que encarece el coste del servicio y, desde luego, no resuelve la situación.

Se teme, además, que los pueblos con problemas aumenten cuando se empiecen a realizar el análisis de la radiactividad de las aguas, un control que se va a llevar a cabo en los próximos meses en todos los municipios de Castilla y León porque el servicio ya ha sido adjudicado por Sanidad Ambiental de la Junta a una empresa especializada. El granito, según los técnicos, es una fuente de radiación natural y está muy presente en todo el oeste de la provincia, lo que podría incidir negativamente en el resultado de los análisis.

La Diputación Provincial está preocupada por la contaminación del agua en más de una decena de pueblos. Ya ha anunciado que va a realizar un estudio con el fin de encontrar fórmulas para acabar con las anomalías. La medida va encaminada a conocer las causas reales de las deficiencias detectadas en el servicio con el fin de arbitrar las soluciones. El documento marco, según se ha anunciado, aspira a determinar las directrices "más adecuadas para que las soluciones sean permanentes en el tiempo y evitar así problemas en el futuro".

El Plan Hidrológico de la Cuenca del Duero, que impulsa la Confederación, se plantea en un horizonte muy largo, de veinte años, aclarar la situación de las aguas de Zamora, sobre todo la calidad de las superficiales y subterráneas, aunque en este último caso también la cantidad. El nuevo programa tiene que dar salida al conflicto creado en toda la zona sur de la provincia y comarcas de Valladolid, Salamanca y Ávila, que coinciden con el acuífero de Los Arenales, muy explotado en las décadas de los ochenta y noventa del pasado siglo, donde está prohibida la excavación de nuevos pozos de sondeo lo que está paralizando el desarrollo del ámbito rural.

Para solucionar los problemas de abastecimiento es necesario conocer las causas exactas. De ahí la importancia de que la Diputación agilice al máximo el estudio de la situación. Si la composición geológica de los suelos es la causa principal, entonces habrá que instalar todas las potabilizadoras que sean necesarias, aunque se incremente el coste del servicio. Y, con una perspectiva más amplia, no es descabellado plantearse nuevos abastecimientos desde embalses para cubrir amplias zonas de la provincia, como ya se hace en la comarca de los Valles de Benavente y Sayago.

Aplicar fórmulas para mejorar la calidad de las aguas destinada a consumo humano, lleva también aparejado un mayor control de las residuales. La instalación de más depuradoras y la mejora de las actuales ayudará a sanear ríos y arroyos, base de un ecosistema sano y habitable.

El agua dulce es un bien cada vez más escaso en el mundo, cuyo control ya ha provocado disputas serias y conflictos en algunas partes del planeta. En Zamora abunda, pero es necesario mejorar su calidad en algunos pueblos. Urge por tanto afrontar la situación y buscar soluciones que resuelvan las deficiencias según van surgiendo y, con una visión de futuro, plantear una estrategia a largo plazo que acabe con el problema y garantice una vida saludable en la provincia.