La actual campaña a la presidencia de Estados Unidos está resultando terrorífica. Y todo, gracias al precandidato republicano Donald Trump. A este hombre deberían encerrarlo en un siquiátrico o directamente en la cárcel, pero no en una prisión cualquiera, sino en una de máxima seguridad. Este individuo que defiende las armas amén de otras cosas indefendibles, ha dicho que sus seguidores son tan leales que podría ponerse a disparar a gente en la Quinta Venida de Nueva York y ni aun así perdería votos. Y lo ha dicho en Iowa, estado que dará comienzo el día 1 de febrero al proceso de primarias.

No quiero imaginarme a Trump ganando ese proceso y el siguiente, el que puede llevarle a la Casa Blanca, ¡Oh, my God! Si el sentido común de los ciudadanos americanos no pone coto a semejante endriago, Estados Unidos puede convertirse en la peor pesadilla para el mundo civilizado y también para el otro. De amigo y aliado, a enemigo público número 1. Una confía que en Usa no se repitan los Bush júnior. Una también confía en que no entren los Trump.

Da pavor saber que el magnate, ¿o quizá debería decir mangante?, lidera los sondeos republicanos en ese estado americano y también a nivel nacional, eso es lo verdaderamente aterrador. O los ciudadanos americanos están presos de una cierta psicosis colectiva producto del miedo que les lleva por el peor camino, o en verdad el permanente discurso racista y xenófobo de Trump está calando, al parecer hondo, en la sociedad norteamericana.

La influyente revista conservadora "National Review" ha publicado una edición especial que es un auténtico manifiesto contra Trump. Entre otras reflexiones, contiene 22 editoriales firmados por otras tantas figuras conservadoras de distinta tendencia que coinciden en que denominar al magnate como candidato sería devastador tanto para el Partido Republicano como para el país. El mundo no puede permitirse más Maduros, Castros, Kim Jong-un, Abu Bakr al-Bagdadi (líder del daesh), pero tampoco se puede permitir Trumps. Sobre todo Trumps, que para más inri es habitante del considerado país más poderoso del mundo. A este auténticamente imbécil profundo no le importaría reeditar el suceso de Hiroshima y Nagasaki o preparar una guerra con otro que tal baila, el presidente de Corea del Norte Kim Jong-un, enviando a la práctica totalidad de los efectivos militares americanos a aquella zona que nunca ha sido precisamente propicia para las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. ¡Madre mía, cómo está el panorama! No puede empeorar. Ni allí, ni aquí más de lo que ya está. El día en que los personalismos, el ansia de poder, de riqueza y las ideologías cedan, abriendo paso al bien común y a la paz, ese día el mundo será mejor, más habitable y la esperanza volverá a residir entre nosotros.