Aunque no soy dado a entrar en temas políticos, hoy he tenido un día en el que no he podido escamotear mi atención a los comentarios de la actualidad nacional en torno al debate de investidura del nuevo presidente de la Generalidad de Cataluña.

Estoy firmemente convencido de que, pese a las afirmaciones de independentismo, este no llegará a consolidarse por múltiples razones históricas que han demostrado la imposibilidad de tal ruptura. Pero como hay afamados comentaristas políticos con opiniones muy autorizadas para ahondar en el asunto, me limito a traer a colación un pasaje de El Quijote para distraer la polémica y quedar a la espera de acontecimientos:

"Al salir de Barcelona, volvió don Quijote a mirar el sitio donde había caído y dijo: - ¡Aquí fue Troya! ¡Aquí mi desdicha, y no mi cobardía, se llevó mis alcanzadas glorias; aquí usó la fortuna conmigo de sus vueltas y revueltas; aquí se oscurecieron mis hazañas; aquí, finalmente, cayó mi ventura para jamás levantarse! Oyendo lo cual Sancho, dijo: - Tan de valientes corazones es, señor mío, tener sufrimiento en las desgracias como alegría en las prosperidades; y esto lo juzgo por mí mismo, que si cuando era gobernador estaba alegre, agora que soy escudero de a pie, no estoy triste, porque he oído decir que esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza y, sobre todo, ciega, y así, no ve lo que hace, ni sabe a quién derriba, ni a quién ensalza. Muy filosófico estás, Sancho -respondió don Quijote- muy a lo discreto hablas; no sé quién te lo enseña. Lo que te sé decir es que no hay fortuna en el mundo, ni las cosas que en él suceden, buenas o malas que sean, vienen acaso, sino por particular providencia de los cielos, y de aquí viene lo que suele decirse: que cada uno es artífice de su ventura".

Que cada cual haga sus pronósticos y quedemos a la espera de que el tiempo nos dé la solución más favorable a los intereses de los españoles.