El rey inicia de nuevo una ronda con los candidatos de los partidos con representación en el Congreso de los diputados, y ahí están los cuatro grupos más votados: PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos, cuatro en raya, a la espera de lo que pueda acontecer y ocupando el foco mayor de la situación que es de esperar quede abierta a una resolución final la semana próxima después de que Felipe VI reciba a Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera aunque por orden inverso. Porque ahora el líder del PP no podrá hacer ya lo de antes y habrá de decidir entre aceptar o no aceptar la sesión de investidura, o dar paso a Sánchez, el siguiente aspirante. Y en un caso u otro habrá de romperse la forzada pausa y empezarse a negociar.

Rajoy sigue con su estribillo de conseguir o que los socialistas se abstengan, lo que le daría paso a seguir presidiendo el Gobierno, o bien formar una coalición con PSOE y Ciudadanos, aunque no se entiende para qué una gran coalición entre los dos partidos más votados por la derecha y por la izquierda y con mayoría absoluta necesitaría a los de Rivera, salvo para disimular. Pero habrá que ver, aunque es previsible, qué postura adopta Ciudadanos, tras su escudo de regeneración democrática, ante ese grave escándalo de corrupción de lo que se ha dado en llamar la mafia valenciana del PP. Rajoy no cree que influya para nada en su contra y minimiza la redada policial y el gran número de detenidos. En el limbo, o aparentándolo, incluso llega a asegurar sin rubor que no sabe si su partido está imputado o no, que lo está, por la destrucción de los archivos de los ordenadores de Bárcenas. Y desde luego sigue insistiendo en que si hay nuevas elecciones, quiere ser el candidato.

Mientras, el PSOE está a la espera de su comité federal del fin de semana, en el que se definirán posturas con respecto a un acuerdo con Podemos para formar un Gobierno de izquierdas. Una situación peliaguda pues en algunos dirigentes o ex dirigentes socialistas el rechazo a la formación de Pablo Iglesias parece estar por encima de la oportunidad que el destino le brinda a su partido. Son los acomodados, los de las puertas giratorias, empezando por el expresidente González que presionado por los grandes poderes en la sombra presiona a su vez para que el PSOE se abstenga y facilite un Gobierno de derechas con PP y Ciudadanos. Surrealista pero real. Con todo ello se va a ver si Pedro Sánchez es alguien y tiene algún poder en su partido o si las elecciones internas y demás parafernalia no es más que una farsa.

Y queda Podemos, a los que en el Congreso han ubicado en el gallinero siendo el tercer partido más votado, en una nueva muestra de clasismo. Iglesias ha declarado que no habrá líneas rojas -las hay porque la unidad de España es innegociable- que de todo se puede hablar, y que si el PSOE quiere puede haber un Gobierno progresista de cambio en cuestión de días, por lo que reitera y urge su oferta. A la que Sánchez está atento pero sin ceder en su decisión de no iniciar las conversaciones definitivas hasta que Rajoy agote unas posibilidades que no tiene. Entonces, sí, entonces puede ser cuestión de días. O no.