Cómo estarán las cosas por el PP que ahora ya solo se piensa en lo que sería para ellos el mal menor: la repetición de las elecciones como la única posibilidad de superar el desastre. Todo parece dar la impresión de que el tiempo de Rajoy ya se ha acabado, pues incluso, aunque hubiese que ir a nuevos comicios en su partido se habla claramente ahora de que habría que presentar un nuevo candidato pues de otra manera los resultados volverían a ser más de lo mismo.

La depresión que venían arrastrando los populares, y que les ha llevado incluso a iniciar una especie de precampaña electoral interna, se ha hecho mucho más aguda en los últimos días, pues lo que se veía venir ha empezado a producirse y entre PSOE y Podemos se refleja ahora un giro importante, que rompe o traspasa líneas rojas con el apoyo del independentismo catalán, conforme, según se cuenta, con no dar total prioridad al referéndum secesionista para no entorpecer la negociación ya iniciada a base de contactos y conversaciones. Inquietud para una parte de la sociedad, ilusión para otra.

El desánimo en el PP es tan grande que hasta el ministro de Justicia barajó la posibilidad de que el rey, ante la teórica imposibilidad de que Rajoy consiga la investidura presidencial, pueda ofrecerle en primer lugar la oportunidad al segundo partido más votado, el PSOE de Sánchez, que conseguiría la mayoría con el apoyo de Podemos, IU, Ezquerra, PNV y puede que algunos votos más, con abstención de Ciudadanos. No será así y a Rajoy le tocará enfrentarse al voto hostil del resto de los partidos.

La situación, aunque previsible, ha puesto en estado de alarma a la derecha que ha recrudecido sus ataques contra Podemos, volviendo a los desgastados mantras de Venezuela e Irán, con el ministro de Interior asegurando que hay motivos para investigar. Pero son campañas que como se ha visto tanto en las elecciones locales como en las generales, al final no sirven para nada o casi nada. Y más cuando la corrupción sigue dando señales de vida, y ahí está ahora el caso de Acuamed, ese organismo del ministerio de Agricultura del que hay varios imputados por las irregularidades detectadas. Queda el recurso del miedo, el de la falta de estabilidad que supondría un Gobierno como el que Sánchez pretende, pero tampoco es nieve que llegue a cuajar, pese a utilizar temas tan sensibles como los impuestos y las pensiones. La falta de credibilidad de Rajoy se hace patente en todo momento.

A un supuesto radicalismo de Iglesias podría servir de contrapeso el PSOE, a no ser que Sánchez resultase otro Zapatero, extremista y desnortado. El mayor problema pueden ser, como casi siempre, los partidos nacionalistas. En el otro lado, Rajoy está solo. La vieja guardia no le quiere y Mayor Oreja se une a los que pide la renovación a fondo. Que es de esperar le incluya a él, a Arenas, y a otros. Tan solo está Rajoy que un humorista le llama por teléfono desde una emisora catalana haciéndose pasar por Puigdemont y el presidente en funciones pica, le dice que tiene la agenda libre, y que está dispuesto a dialogar.