En Zamora, tras cantar la Internacional como casi todas las noches electorales independientemente del resultado, los proletarios de la política nos miramos la noche del 24-M para decirnos, como hace cualquier obrero al ver lo que tiene que arreglar: ¡menudo chaperón!

Y a partir de ahí, nos pusimos inmediatamente manos a la obra con la responsabilidad a cuestas. Porque el pueblo votó lo que quiso y nos colocó ante una situación que teníamos que intentar arreglar porque nos habíamos comprometido a hacerlo en campaña y desde hace muchos años. En esas estamos en el Ayuntamiento de Zamora con los que quieran echarnos una mano. Trabajando todos los días. O gobernando, que es como lo llaman en política, aunque no deja de ser solo trabajo.

Salvando las distancias, en la capital del reino de España el chaperón lo tienen en el Parlamento surgido de las recientes urnas, todavía calientes, con la diferencia de que allí nadie parece querer ponerse manos a la obra de manera inmediata, al menos.

Al pie del chaperón que los votos de los españoles han dejado abierto para formar gobierno y ponerse a trabajar, lo que se está haciendo es trazar líneas rojas en lo que parece más que una obra un simple juego de niños.

No es de extrañar que las noticias del día en que se constituyó el nuevo Parlamento las protagonizara un niño de verdad de cinco meses, y unos diputados que parecían como los niños que llevan los nuevos juguetes que les han dejado los reyes magos el primer día de clase después de las vacaciones. Entre ellos, las bicicletas de la nueva política y la clásica corbata que siempre le traen a los veteranos.

Y tras ir cada uno cargado con su juguete, lo que hicieron fue poner las líneas rojas. Si no hay referéndum en Cataluña nosotros no jugamos, dijeron algunos. Otros ponen como condición que no juegue el que lleva el bastón de mando desde hace tantos años, por abusón. Y hasta hay quien quiere romper la baraja e ir a nuevas elecciones porque no le han salido las cartas que esperaba para dar el órdago a la grande, y no se conforma con jugar a la chica que ya se sabe que es "perdedor de mus" (¡A mí me lo van a decir! que llevo jugando a la chica siempre, por chica y por apostar por los pequeños, que suelen ser los perdedores).

El caso es que de ese Parlamento que se ha formado con la voluntad del pueblo español y del señor D'Hont, no ha surgido el día de su constitución ningún grupo que parezca decidido a compartir el balón para jugar en el mismo equipo. Los que han crecido lo suficiente para romper el denostado bipartidismo de las corbatas sin rastro de rastas, parecen resignados a dejar que gobierne un "bipartido" o, lo que es peor, el abusón de Rajoy que lleva cuatro años sin pasarle el balón a nadie.

¡Menudo chaperón!, parecen decir, mientras trazan líneas rojas para no se piense que son la marca blanca de nada ni nadie.

Pero lo que hay que hacer es ponerse a trabajar ya mismo, con la responsabilidad que les ha dado el pueblo sobre todo a los que han crecido lo suficiente para tener en sus manos la dirección política para arreglar el chaperón.

Y porque -aviso a los de las bicicletas de la nueva política- los que estén diciéndose que no es el momento porque si se repiten las elecciones pueden acercarse más al cielo, quiero recordarles que puede pasar como en la obra de Fernando Fernán Gómez, "Las bicicletas son para el verano": que llegó el verano y con él un desgraciado dieciocho de julio.

Sí, es un chaperón. Pero hay que ponerse manos a la obra, con la responsabilidad de los votos y escaños que el pueblo ha dado a cada uno, para hacer lo que se ha prometido en la campaña y desde hace muchos o pocos años.

Lo demás sería una cobardía. Una traición a los que han votado para cambiar las cosas. Con la mayoría o minoría que se tenga. Que no sea por no arremangarse o mancharse las manos. Eso sí, de trabajo. De gobernar, que se dice en política aunque solo sea eso, trabajar.

(*) Teniente de alcalde del Ayuntamiento de Zamora