Una cualidad ineludible para un buen gobernante es la previsión. Su falta es causa de una legislación deficitaria, igual que la previsión ha dado lugar a leyes de una vigencia muy duradera. Cuando leí por primera vez los 2414 cánones del antiguo Código de Derecho Canónico encontré algunas normas que me resultaban absurdas. Por ejemplo, la decisión de excluir de la enseñanza a personas con ciertas tendencias sexuales. Pasado el tiempo, cuando hemos visto tantos ejemplos de pederastia, he comprobado la sabiduría de los que hicieron aquel código en tiempos del papa Benedicto XV, a principios del siglo XX. Por el contrario, ha extrañado la respuesta del sabio Solón, cuando le preguntaron por qué en su ley no prevenía castigos para quien matara a un progenitor. "Porque no he creído que se pueda dar el caso de que alguien asesine a su padre". Véase la prensa de estos días cuando nos presenta al asesino de su propia madre. Previsión muy acertada en la ley eclesiástica; y falta de previsión que le advirtieron al legislador griego clásico, por otra parte muy digno de alabanza.

Pueden tener una excusa imprevisiones en legisladores de hace muchos años, cuando la vida no había enseñado tanto; pero en los tiempos actuales, cuando hemos visto y vivido tantas cosas que resultaban imprevisibles, no es tan excusable emitir leyes y otras normas que no prevean sucesos que las harán inservibles o muy complejas y lentas en su aplicación. Se me ocurre pensar en la prohibición de fumar en cafeterías y otros lugares de uso público. Es muy saludable encontrarse con un ambiente incontaminado en tales locales; pero quienes habitamos en lugares muy concurridos los fines de semana (por ejemplo) experimentamos una incomodidad muy respetable, al no poder circular por la acera de cerca de cuatro metros; o los que han de soportar el humo de su vecino en la cola de espera para el autobús. Uno piensa: "Si no quería respirar humo en la cafetería, tenía en mi mano la solución: no entrar en ella; pero no poder circular por la acera de mi calle o fumar involuntariamente cuando espero un autobús, cuando ambas cosas son necesarias, me parece inadmisible". Con lo fácil que hubiera resultado evitar todo eso formulando la ley con estas sencillas palabras: "prohibido fumar fuera del propio domicilio"; o, en el mismo domicilio y fuera, cuando hay un bebé cerca. Es algo que afecta desagradablemente ver a una madre que va por la calle fumando con una mano y con la otra empujando el carrito de su bebé.

Estas ideas se hacen presentes en la vida pública actual cuando observamos acontecimientos que han tenido lugar en una parte de nuestra patria. Han ocurrido en Cataluña sucesos que parecen inadmisibles: Un presidente de comunidad autónoma que promete cumplir con su cargo sin mencionar siquiera la Constitución -Ley fundamental fuente de toda norma pública-; ni al rey, jefe del Estado español. Ese mismo señor presidente ha realizado actos propios de su cargo que deben tener la misma fuerza que su propio nombramiento, recibido con una fórmula impropia. El Gobierno de la nación, a tenor de las leyes actuales, puede llegar hasta la retirada de las competencias a la comunidad autónoma en cuestión. Pero la norma que apoya esta solución no lleva consigo una pequeña adición, adjunta o separada, en la que se previera la posibilidad de destituir a tal presidente o prohibir eficazmente su toma de posesión. Eso permitiría al presidente del Gobierno de la nación o al jefe del Estado solucionar todo el problema en los dos días que transcurrieron desde la aceptación del cargo hasta su toma de posesión. Pero la imprevisión ha motivado que el presidente del Gobierno haya de encomendar a la Abogacía del Estado que "estudie" ver si la aceptación fue nula; y en caso afirmativo, acudir, una vez más, al Tribunal Constitucional. ¿Cuánto tiempo llevará todo eso? ¿Cuántos actos, al menos dudosos, habrá realizado el sospechoso presidente? ¿Cómo se resolverá todo ese cúmulo de posibles problemas? Y algo parecido tenemos en el "cisco" de formar gobierno en España. ¿Por qué, en tanto tiempo como se ha venido hablando de ello, el partido, que ha tenido "mayoría absoluta" en las Cortes, no propuso a las mismas la aprobación de una Ley que prescribiera que debía asumir el Gobierno el partido más votado? Falta de previsión. Si al menos lo ocurrido actualmente sirviera de fructífera lección en lo sucesivo? Pero seguirá siendo previsible que a los gobernantes les falte la previsión.