El 20 de enero la Iglesia no solo celebra la memoria de los mártires san Fabián y san Sebastián, de gran devoción en muchos lugares, sino también, en España, la de los santos Fructuoso, Augurio y Eulogio, que murieron mártires en la ciudad romana de Tarraco en el año 259, bajo la persecución de los emperadores romanos Valeriano y Galieno. Fructuoso era el obispo de la diócesis, y Augurio y Eulogio dos de sus diáconos. Ante el tribunal que lo juzgaba por no adorar a los dioses paganos, el obispo declaró: "Yo adoro a un solo Dios, el que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto en ellos se contiene". La condena fue la pena capital, y fueron quemados vivos en el anfiteatro de la ciudad, que ahora todos los años recuerda este hecho con una representación teatral en verano.