Zamora, con un clima continental, es tierra de extremos donde se puede pasar en quince días de una situación de sequía a otra de inundaciones. Acaba de volver a suceder. Antes de Navidades el caudal del Duero estaba tan bajo como en agosto y así ocurría con la mayor parte de ríos y arroyos de la provincia; dos semanas más tarde, cientos de hectáreas de cultivo estaban bajo las aguas y varios pueblos cercados por las riadas, situación que ha mejorado por la disminución de precipitaciones, pero que todavía es visible y podría volver a darse si se repite un episodio de lluvias fuertes.

Desde que se inició el año han caído sobre la provincia una media de 100 litros por metro cuadrado, cantidad importante, teniendo en cuenta que el dato anual no llega a los 500, pero que no justifica por sí solo el episodio de riadas. Las quejas de alcaldes y agricultores apuntan a la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) por la falta de limpieza de las márgenes de ríos y arroyos que facilita los desbordamientos. Los regidores municipales culpan también al organismo de cuenca de negar a los ayuntamientos las licencias para acometer los trabajos por su cuenta.

La Junta de Castilla y León ha desvelado que la CHD le comunicó el desembalse de la presa de Nuestra Señora de Agavanzal después de haberse producido, lo que evidencia una grave descoordinación entre administraciones y prueba que alcaldes y agricultores de la comarca de Benavente-Los Valles tienen razón al quejarse de la falta de control de las sueltas de agua, lo que ha incrementado los daños, ya que los pueblos podían haber construido balsas provisionales o muros de contención para protegerse. No vale la excusa del organismo de cuenca de que el aviso se hizo de forma telemática a los municipios, porque un sistema informativo es efectivo cuando cumple con su función y en este caso es evidente que no ha sido así.

Los daños, aunque todavía no están evaluados, van a ser importantes, sobre todo en los cultivos y en infraestructuras como caminos y puentes. Las pérdidas se centran sobre todo en sembrados cerealistas y de maíz de Los Valles benaventanos, Tierra de Campos, Tierra del Pan, Aliste y la vega del Duero desde Toro a Zamora. También en las vías rurales que han resultado muy dañadas por las riadas y que unen los desperfectos de ahora al abandono en que se encuentran muchas de ellas.

Los episodios de inundaciones no son raros en la cuenca del Duero. El Plan de Gestión de Riesgo, que se incluye como documento en el Plan Hidrológico 2015, reconoce que las inundaciones provocan al año en Zamora daños valorados en 270.622 euros, según el promedio obtenido entre 2009 y 2013. El mismo informe que analiza las denominadas áreas de riesgo potencial significativo de inundación sitúa a la definida como Benavente-Órbigo-Esla como la de mayor riesgo y peligrosidad de toda la cuenca, lo que la convierte en uno de los enclaves principales de actuación.

El Plan de Riesgo de Inundaciones propone medidas concretas valoradas en tres millones de euros y que deberían estar finalizadas en 2018. Una de ellas es el proyecto de restauración fluvial mediante infraestructura verde, con retirada o retranqueo de las motas en el Tera, que se desarrollaría, entre otras localidades, en Brime de Urz, Camarzana de Tera, Galende, Granucillo, Micereces y Navianos. El presupuesto es de un millón de euros y debería salir de los presupuestos del Estado, lo mismo que los dos millones propuestos para el segundo proyecto similar al anterior, pero en esta caso a desarrollar en el río Esla, que beneficiaría a localidades como Arcos, Barcial del Barco y Benavente, entre otras. Estas dos iniciativas siguen a la espera de que se apruebe el nuevo Plan Hidrológico 2015-2021, lo mismo que las previstas en otras zonas como Aliste y las áreas del Almucera, Benavente y Esla-Valderaduey.

La Confederación Hidrográfica del Duero, a la carrera, ha decidido ahora actuaciones en el cauce del río Aliste y de varios arroyos del oeste de la provincia. Estas obras se llevarán a cabo con urgencia, pero ya llegan tarde para minimizar las avenidas de esta semana. El órgano de cuenca tiene que ser mucho más ágil y efectivo y aplicar una política preventiva en colaboración con los municipios. Desde luego, tiene que agilizar los trabajos en los cauces y no debe frenar los propuestos por los ayuntamientos como ha ocurrido hasta ahora. Siempre hay que buscar el equilibrio entre los valores medioambientales y la economía de los pueblos.

Zamora es una provincia que presenta altos riesgo de inundaciones porque se encuentra al final de la cuenca del Duero. Por eso es necesario mantener una política permanente de prevención con actuaciones que sean eficaces y no puramente cosméticas. Es urgente que la CHD construya pequeñas balsas de regulación que evitarán que el agua que sobra en invierno no falte en verano. Y es imprescindible que se controlen y prohíban las construcciones en zonas declaradas inundables para evitar, en lo posible, daños humanos y económicos. El órgano de cuenca debe adelantarse a las avenidas con medidas eficaces. El agua es vida, pero también puede ser muerte y es imprescindible su control en todos los sentidos. Y cuando se producen los daños, como ahora, las administraciones tienen que estar al quite y ayudar a los damnificados.