Mientras crece la polémica en torno a la nueva estética aparecida en el Congreso -un bebé, peinados de rastas y coletas, camisetas y jerséis, de los diputados de Podemos- frente a la rancia circunspección anterior, el PP, que vive sin vivir en sí, inicia una adelantada y preocupada precampaña de cara a las nuevas elecciones generales que se ven venir para la primavera y empiezan sus líderes a visitar provincias, Zamora entre ellas, de cara a ir poniendo las cosas en orden por si es menester y se entiende que para insuflar ánimos a sus decaídos equipos. Que los necesitan.

Porque para que hubiese ese Gobierno estable, o presuntamente estable, que el PP preconiza, tendría que ser Rajoy el chivo expiatorio, la moneda de cambio para PSOE y Ciudadanos, que exigirían casi seguramente la cabeza en bandeja del presidente. Muy en especial los socialistas que por ahora siguen sin contemplar la menor posibilidad de favorecer a los populares si Pedro Sánchez fracasa en su intento de formar un Gobierno alternativo de izquierdas, que a día de hoy continúa pareciendo imposible con Podemos, aunque la cesión hecha en el Senado a los grupos catalanes puede ser considerada como una forma de abrir las negociaciones. Y como lo de esa extraña operación de apoyo no ha gustado a los dirigentes del PSOE que quieren quitar la silla a Sánchez, y vuelven por tanto a removerse las turbias aguas socialistas, Rajoy aprovecha para insistir, desesperadamente, en un gran pacto entre PP-PSOE y Ciudadanos, su tabla de salvación, aparte de la abstención, para ser investido presidente, pues de otro modo o Sánchez le arrebatará el cargo con un Gobierno de multipartidos o habrá que repetir los comicios del 20D, lo que pondría en cuestión su liderazgo y su candidatura dado el riesgo de una reiteración de resultados.

Y es que las ínfulas renovadoras provienen igualmente de su propio partido, y en concreto de Aznar, que ya pidió tras el último descalabro electoral, un congreso abierto, a lo que no se quiso prestar la menor atención. Pero el expresidente, a través de su equipo de la Fundación FAES, ha puesto en marcha y con cabeza visible, Isabel Benjumea, una especie de plataforma que firma sus comunicaciones como Red Floridablanca, y que exige renovación a través de las bases del PP y reforma de la ley electoral, más democracia, en suma, lejos de la influencia del dedo amigo o interesado, que tantos casos de corrupción ha originado. E incluso dentro del mismo Gobierno, y los rumores aumentan día a día, no cesa de cuestionarse si debe sostenerse a Rajoy como candidato en caso de nuevas elecciones.

El nombre que más ha sonado, el de Sáez de Santamaría, se comenta que cuenta con muy poco respaldo en la cúpula y entre los viejos pesos pesados de la derecha, pero no se puede descartar pues más ilusión y menos rechazo que Rajoy es seguro que causaría. Suena también pero de lejos Cristina Cifuentes. Y gana enteros Feijóo, el de Galicia, al que ya hace tiempo que se viene considerando como el auténtico delfín. Claro que Rajoy ya ha avisado a todos los navegantes que él seguirá siendo el candidato del PP.