Ha comenzado la legislatura más incierta, en todo caso, y puede que la más breve de la historia de la democracia actual en España. Pero ya es, en la composición del Congreso, una legislatura de cambio, el que se inició con las elecciones municipales y autonómicas de mayo, y continuará de una u otra forma con el fin del bipartidismo, aunque uno de ellos o los dos consigan compartir el poder.

Un símbolo de ese cambio no es ya solo la composición de la Cámara en la que por vez primera aparecen los representantes, más de un centenar, de dos nuevos partidos: Podemos y Ciudadanos, que dentro o fuera del Gobierno que finalmente resulte dejarán sentir su peso y su influencia en el devenir político, sino también el presidente del Congreso que igualmente por vez primera no será un diputado del partido que obtuvo más votos en los comicios celebrados. Sobre el veterano socialista Patxi López, exlendakari con apoyo del PP, y no hay que olvidar el dato, ha recaído el honor y la responsabilidad. Ha pedido López diálogo y voluntad de entendimiento, tras ser votado por su partido y Ciudadanos.

El aire del cambio se dejó sentir ya en la jornada de composición de la cámara baja, con charangas acompañando a algunos nuevos diputados y hasta con una diputada de Podemos llevando en brazos a su hijo, al que amamantó, un bebé que se convirtió en insólito protagonista. Todo resultaba diferente y nuevo, como menos rancio y lejano, como más cercano y fresco. En el Senado, sin embargo, todo seguirá poco más o menos igual, con la mayoría absoluta del PP, con el mantenimiento del mismo presidente, y con ese confuso aire de cajón de sastre, por usar un término simpático, que tiene la cámara alta donde cabe todo y de todo, los amortizados, los cercanos a la jubilación, los perdedores, los salpicados, los que no tienen más confianza de sus partidos que la justa para apretar el botón que se les manda.

En total, 616 parlamentarios, una barbaridad, a la que se llega por ese afán tan caro de mantener el Senado, una institución que no existe en casi ningún país europeo, que prácticamente no sirve para nada y que algunos partidos, entre ellos Ciudadanos, quieren hacer desaparecer desde dentro. Y 616 que se llevarán alrededor de los 5.000 euros al mes en un país de más de cuatro millones de personas sin trabajo, aunque algunos partidos de izquierda como Podemos e IU cedan parte de sus emolumentos a las arcas de sus formaciones. La incógnita es si el chollo les durará cuatro años o dos meses, aunque muchos de ellos, de los de siempre, de PP y PSOE, llevan toda la vida viviendo de la política, sean jóvenes o viejos.

La cuestión estriba en si los socialistas, pese a lo que tanto digan y repitan, se dejan convencer finalmente para formar gobierno con Rajoy y Ciudadanos, o si Pedro Sánchez lo consigue con Podemos pues en Cataluña también los nacionalistas de derechas quieren desalojar como sea al PP y se aprestan en su contra junto a los separatistas de los que forman parte, lo que podría velar el referéndum prometido por Iglesias. O eso, o nuevas elecciones y adiós a la legislatura que se ha abierto.