Sé sobradamente que los fines de semana Zamora es ciudad de vándalos, y de suevos y alanos que debían ser iguales o parecidos. Sé que cuesta un pastón reponer lo que estas tribus urbanas o puede que los actos vandálicos tengan un componente individual, hay mucho machito suelto, lo que no sabía es el montante concreto que semejantes actuaciones cuestan al Ayuntamiento: 100.000 euros. Contenedores y mobiliario urbano se llevan la peor parte. Pero también se lo llevan los alicatados que se desprenden y no por efecto del viento como por efecto del viento tampoco se rompió el mástil que sostenía la bandera de la plaza de la Marina. Da pena comprobar los lunes lo que hacen el alcohol, las drogas o la mala baba, que de todo hay, de los vándalos.

Zamora nunca terminará de ser una ciudad agradable y bonita mientras se deje a los pintamonas actuar con total y absoluta impunidad y no se dé un escarmiento generalizado con los que la tienen tomada con los contenedores. Mal los que les arrancan las tapas, peor aquellos que los queman, porque no es la primera vez que han estado a punto de causar males mayores con víctimas. No es la primera vez que el fuego asciende a las ventanas de un primer piso, que me corrija la autoridad competente, si me equivoco.

Ya está bien de dejarles hacer, de pasarles todas las barbaridades que cometen contra lo que es patrimonio de todos y como nuestro acabamos pagando con dinero de nuestro bolsillo que los políticos sacan de los impuestos. Tiene que haber medidas si no coercitivas, sí de vigilancia que permitan identificar a estos bárbaros urbanos que no tienen entretenimiento mejor. Les podía dar por barrer las calles o si son manitas por arreglar lo que otros estropean, ¡pues no señor!, a todos les da no por edificar si no por derribar.

Esas medidas pasan por cámaras que no solo controlen el tráfico rodado, también el peatonal. Cámaras que sirvan para la propia seguridad física de los zamoranos. Porque estas cosas pasan de madrugada y no hay gente por la calle, pero si a usted se le ocurre llamarles la atención puede que salga mal parado. Otra de las medidas es la de la denuncia inmediata. Hay gente que desde sus ventanas observa estas y otras cosas peores y no se les ocurre marcar el número de la Policía. Si así lo hicieran más de una pandilla acabaría en Comisaría y pagando los destrozos de su bolsillo, como corresponde.

Basta ya de paños calientes con esta gente. El Ayuntamiento tiene que reaccionar y hacerlo con contundencia. Confío en Antidio Fagúndez que es persona responsable y en la ausencia de miedos absurdos y trabas por parte del equipo de Gobierno, a no ser que se muestren encantados, les sobre el dinero y prefieran pagar no cien mil, sino doscientos mil euros anuales para reponer contenedores, señales de tráfico, bancos, jardineras y todo lo susceptible de ser destrozado por estas tribus.