En medio de tantas fiestas, viajes vacacionales, cenas y regalos estamos en plena Campaña de Navidad de Cáritas. Con las luces de colores, los árboles nevados y las rebajas adelantadas uno corre el riesgo de olvidar las realidades de pobreza y exclusión en unas semanas en que se gasta más de la cuenta. El otro día hemos recibido, un año más, la carta de Antonio Jesús Martín de Lera, delegado episcopal de Cáritas de Zamora, para recordarnos amablemente que ese Dios que se hace hombre en el Niño pobre de Belén nos está apuntando a las personas arrolladas en su dignidad por unas condiciones de vida infrahumanas, a familias enteras en paro que no llegan a fin de mes, a quienes se quedan sin un hogar donde vivir, a los abuelos que salen de sus residencias para sostener con su pensión a hijos y nietos, a los jóvenes excluidos de sus procesos formativos y del mercado laboral (y otros, no pocos, con titulaciones universitarias), etc.

La Navidad no solo debe celebrarse, también debe vivirse. Una celebración que nos lleve al compromiso de parecernos a la Navidad durante los próximos doce meses, no solo durante estos doce días en que a uno le sale más espontáneamente ser generoso o vivir más unido a los de cerca. Dios mismo es el primero que no se ha quedado allá cómodamente en su cielo; se ha implicado en nuestra realidad humana: besándola, abrazándola, dignificándola, sanándola, salvándola. En Cristo Jesús se ha cumplido toda justicia con mayúsculas; una justicia que significa plenitud en todas las direcciones. Este misterio no puede dejarnos de brazos cruzados; todo lo contrario. Es por ello que el lema de Cáritas en esta ocasión es precisamente: "Practica la justicia. Deja tu huella". Muchos coinciden en que la "solidaridad" ha sido la palabra más repetida y vivida por la sociedad española durante el pasado 2015, dentro y fuera de nuestro país. Así lo ha reconocido también públicamente, anteanoche, la famosa pareja televisiva de La 1 de TVE, Anne Igartiburu y Ramón García; momentos antes de dar la bienvenida a 2016 se refirieron con asombrosa insistencia a la gran labor de los 14.000 misioneros españoles repartidos por todo el mundo.

No cabe duda de que todavía queda mucha misión por hacer, mucha justicia que practicar, mucha huella que dejar. Ejemplo de ello ya lo están dando los 81.000 voluntarios distribuidos en 7.525 Cáritas Parroquiales y centros desde los cuales se han construido oportunidades para 4.377.419 personas en situación de mayor exclusión social: 2.179.958 en España y 2.197.461 en los países del sur. Una inversión que ha superado los 305 millones de euros para los más pobres. Pero todos somos Cáritas. Todos podemos dejar una huella de justicia y solidaridad en nuestro entorno. ¡Hagámoslo!