Como manda la tradición, servidora despidió el año vestida de rojo. Televisión Española volvió a ser fiel a la pareja con más elegancia y glamur: Ramón García y una embarazadísima Anne Igartiburu que también fue fiel a su estilo y al color de la noche que, dicen los que saben de estas cuestiones, es el color de la suerte. A ver si es verdad. Lo cierto es que las demás teles, dejan bastante que desear en la retransmisión de las campanadas, les falta lo que le sobra a Televisión Española. La mía fue una especialísima noche de llamadas telefónicas y de múltiples WhatsApps. La mayoría de ellos entrañables, por lo que al remitente y al mensaje respecta y otra buena parte cargados de un sentido del humor que todos necesitamos para afrontar las cosas con eso, con humor y no con acritud, y con más deportividad, sin tanto enfrentamiento y tanta actitud negativa.

Todavía es pronto para lanzarle un órdago al nuevo año, hay que dejar pasar la festividad de Reyes y luego ya veremos si en España progresamos adecuadamente o en verdad no hemos aprendido nada del pasado. Con la particularidad que este va a ser un año de alertas. Media Europa estuvo en alerta la pasada Nochevieja. Incluso la Rusia del zar Putin. Se temía un atentado yihadista. Mejor prevenir que curar. Pero tiene bemoles que esta gentuza nos imponga una forma de vivir que no va con la nuestra basada en el miedo. Londres, París, Bruselas, Berlín, Moscú e incluso en la práctica totalidad de Estados Unidos, vivieron una noche en alerta y con un despliegue policial y militar como no se había visto nunca.

En España también se tuvieron en cuenta todas las posibilidades y estuvimos convenientemente protegidos, todo lo protegidos que se puede estar ante el terrorismo que aparece cuándo y donde menos se espera. Sobre todo ese terrorismo salvaje y descarnado que no respeta ni a mujeres ni a niños y que viene de Oriente, de los países en permanente conflicto bélico. Si en Múnich, se vieron obligados a evacuar dos estaciones por temor a un atentado yihadista es que algo había, algo importante sabían los servicios de inteligencia de unos y otros países. Lo importante es que no nos pillen desprevenidos, máxime en fecha cono la del último día del año porque el drama puede convertirse en tragedia.

Y, a partir del día 7, a esperar acontecimientos. A ver qué ocurre en España y cómo nos portamos los españoles, sobre todo aquellos con responsabilidades en la política. Paren ya la máquina de la confrontación, la máquina de generar odio, la máquina del sectarismo y actúen en positivo, buscando los intereses de los ciudadanos en todos los ámbitos. El día en que en verdad los ciudadanos seamos los verdaderamente importantes para ellos y no sus partidos y su supervivencia política, ese día sí que seremos un país avanzado. Para eso no hace falta retocar ni crear Constitución alguna, para eso se necesita voluntad. Menos mirarse al ombligo y más trabajar por el bien común, pero también por una paz social que se resquebraja.