Falta tiempo para alcanzar pactos de gobierno porque todavía se están marcando las líneas rojas antes del encuentro. Aunque ya abundan codazos y patadas en los entrenamientos. En el PSOE se ha lanzado Susana Díaz al degüello de Pedro Sánchez con ayuda de algunos barones. Tienen la mala costumbre los socialistas de hablarse sin prudencia a través de los medios, en vez de lavar la ropa en casa, para desespero de sus seguidores, que preferirían más discreción y menos sangre. Da la sensación de que en el PP se pretendía un episodio similar y por eso, tras las elecciones, apareció Aznar por la sede del partido pero la primera ofensiva la salvó Rajoy parándole los pies. En los congresos de ambos partidos, PSOE y PP, se prevé un considerable número de víctimas. A Rajoy, esta vez sí, le aparecerá un candidato alternativo, salvo que logre ser investido presidente antes. Pedro Sánchez ya anunció su candidatura y Susana está ansiosa por la secretaría general, con lo que no se descarta una fractura del partido por la mitad, incluso a partir del 27 de diciembre, a mayor gloria de Podemos que no pudo asaltar Ferraz como pretendía. Cualquiera diría que se lo quieren facilitar.

Como la aritmética no es opinable y hay que sumar 176 diputados de 350, la mitad más uno, las combinaciones son limitadas. La primera es PP más PSOE, una coalición de gobierno a la alemana, que convertiría a los socialistas en el PASOK griego, o sea, un partido irrelevante camino de su desaparición. Exministros del PP y del PSOE, con la complacencia del gran empresariado, se lanzaron a promover esta opción en el diario económico "Expansión", pero tiene poca viabilidad. La segunda es un bloque de izquierdas con PSOE y Podemos, aportando los diecisiete diputados que faltan, nacionalistas como Esquerra Republicana, la nueva marca de Artur Mas y algún otro. Si en Portugal han sido capaces de hacer una coalición de izquierdas, ¿por qué en España tiene que ser diferente?, se preguntan algunos. Pues porque en Portugal ni el Partido Comunista, ni el Bloco Esquerda, aliados del socialista Costa, están pidiendo la independencia del Algarve, ni la autodeterminación del Alentejo.

Quedarían aritméticamente otras dos opciones: PSOE, más Podemos y Ciudadanos lo que exigiría de Podemos la renuncia al referéndum de autodeterminación en Cataluña. Pablo Iglesias no lo va a aceptar porque supondría en la práctica bajar de 69 diputados a menos de cuarenta, al desmarcarse En Comú Podem, las Mareas y Compromis, sus aliados catalanes, gallegos y valencianos. Y, además, porque ese sería su peor escenario. Nos lo dijo personalmente Pablo Iglesias cuando presentamos el libro del profesor Manuel Castells "Redes de indignación y esperanza": "Lo peor para nosotros no sería que gobernara Rajoy y que siguiéramos en la oposición, sino que el PSOE quedara por encima nuestro y lo tuviéramos que apoyar". Por eso para huir de esa hipótesis lanzan como maniobra de distracción lo de un independiente de prestigio para presidir el Gobierno. Salvo que estén pensando en el rey, que no es el caso, no se divisan nombres.

Y una última opción: gobierno muy minoritario del PP con abstención de Ciudadanos y de socialistas, siempre después de haber fracasado estos últimos en la formación de gobierno. Apuesten a que esa puede ser la estación final para no convocar nuevas elecciones que sobre todo servirían para perder económicamente otro medio año, seguramente para que retrocedieran los socialistas, si persisten en sus batallas fratricidas, y para que creciera Podemos. El votante de Izquierda Popular, cuya papeleta no ha servido para obtener diputado, o sea todos menos los de Madrid, muy probablemente ejercería voto útil sobre Podemos. Estaríamos igual que hoy, solo que todo un poco más difícil todavía.

En medio de ese cuadro escénico aparece el rey don Felipe, y clava en su discurso una frase fundamental: "La ruptura de la ley, la imposición de una idea o de un proyecto de unos sobre la voluntad de los demás españoles solo nos ha conducido en nuestra historia a la decadencia, el empobrecimiento y al aislamiento. Es un error de nuestro pasado que no debemos volver a cometer.". Va por las dictaduras y por Cataluña. Será por eso que el discurso ha molestado tanto a los independentistas. Como ven, todavía se están marcando las líneas rojas.