El compromiso de la Junta de Castilla y León de incluir en los presupuestos regionales una partida de 300.000 euros para la ampliación del Museo de Semana Santa de Zamora sitúa el próximo año 2016 entre las fechas clave de la particular historia de un espacio sobre la Pasión que figura, como la propia Semana Santa de la ciudad, entre los más genuinos del país. La cuantía económica es insuficiente en sí misma, dado que los responsables de la Junta de Cofradías estiman el coste del proyecto de adecuación en unos dos millones de euros, pero se trata de la primera prueba real de que el trabajo y el empeño de las hermandades van en la buena dirección para conseguir el objetivo final.

No deja de sorprender, en todo caso, cómo se ha materializado el logro. Mientras la Junta pro Semana Santa de España, órgano nacional creado en 1994, comienza a trabajar en un museo con sede en Valladolid que aglutine las celebraciones de todo el país, la Administración regional accede a una enmienda presentada por Unión del Pueblo Leonés, un partido político sin peso específico en la provincia, que consiguió igualmente una dotación de 400.000 euros para el Museo de Semana Santa de León. Así es como UPL se ha llevado el mérito de lo que parece un guiño de la Junta a dos de las provincias del antiguo Reino de León, frente a la recurrente apuesta por los proyectos de la capital de la autonomía.

A partir de aquí, las hermandades deberán persistir en su esfuerzo para incrementar el presupuesto con las aportaciones de las administraciones locales, que ya han dado pasos en esta dirección. Las buenas noticias no han resuelto, en cambio, la principal disyuntiva de la Junta pro Semana Santa sobre la ampliación del edificio actual o la hipotética construcción de uno de nueva planta. La historia del medio siglo de vida del Museo hace prever que el órgano apostará por sumar los 600 metros cuadrados de terreno colindante que necesita para dotar del oxígeno necesario las instalaciones actuales.

El solar se añadiría al espacio original que la Junta adquirió en 1957 aprovechando la subasta efectuada por el Obispado de Zamora de la antigua casa rectoral de San Juan, junto a la iglesia de Santa María la Nueva. Entonces, emergió la aportación capital de la Cámara de Comercio e Industria que promovió y costeó el edificio que se estrenaría en 1964. Entonces, la principal necesidad radicaba en reunir los grupos escultóricos bajo un techo común para prevenirlos del riesgo de humedades e incendio que acechaba en las distintas paneras y naves ruinosas en las que se encontraban guarecidos. Hace medio siglo, la sociedad otorgó una importancia mayúscula a la empresa conseguida. Entre 1990 y 1994, las hermandades añadieron otros 400 metros para proveer a las dependencias de oficinas, un salón de juntas o un taller de restauración. Dos décadas después, la Pasión de Zamora llama a las puertas de la declaración de patrimonio de la humanidad de la Unesco y precisa, de forma urgente, de un espacio a la altura de las expectativas.

Un Museo de Semana Santa no es el almacén de pasos de este medio siglo, por más que algunos subrayen la originalidad de la exhibición de la mayor parte del legado escultórico e imaginero de las cofradías en una sola nave. Un espacio expositivo del siglo XXI ha de estar vertebrado por un proyecto museístico que logre trasladar al visitante una idea clara y concisa: por qué la Semana Santa resume y representa la manera de ser de la sociedad zamorana y expresa su idiosincrasia.

Para hallar experiencias de éxito, no es necesario viajar muy lejos. Castilla y León es conocida por organizar, año tras año, la exposición de arte sacro más importante del país, que el próximo 2016 estará presente en Toro: Las Edades del Hombre. La fórmula empleada por su Fundación y las diócesis de la región puede servir de guía a las cofradías. Basta señalar un ejemplo. En 2011, la propuesta "Passio" lograba representar como ninguna otra el carácter de las celebraciones de Semana Santa en las ciudades y pueblos de la comunidad con la extraordinaria muestra de Medina de Rioseco y Medina del Campo. Aquella versión de la fiesta religiosa viajaba en paralelo a uno de los principales descubrimientos de la Junta de Castilla y León en el ámbito turístico. La Administración regional se dio cuenta de que el llamado turismo religioso estaba sobrado de fuerza para atraer a miles de personas todos los años y, desde entonces, esta es una de las apuestas innegociables y más importantes de las políticas de promoción.

Como en "Passio", no se trata de mostrar todo el patrimonio de la Semana Santa de Zamora, sino lo mejor y más representativo. Tampoco consiste en ofrecer una lista de grupos escultóricos a ojos de los turistas, sino de crear un discurso certero con imágenes, enseres de las cofradías y elementos simbólicos de las procesiones que trasladen las emociones de los zamoranos cada Semana de Pasión.

Asimismo, las negativas estadísticas sobre turismo en la provincia que se acaban de conocer hacen que el nuevo Museo cobre especial relevancia, que pase de ser solo una ayuda a la solución. Zamora carece de un centro de recepción de visitantes. Proyectos pretéritos como el uso de la plaza de la Leña para dar la bienvenida a los grupos de turistas no llegaron a cuajar. Las iglesias románicas y el nuevo centro sobre la Pasión pueden cumplir este papel con creces.

El reto puede ser también una buena oportunidad para situar en su justa medida al principal responsable de la renovación de la Semana Santa a finales del siglo XIX, para homenajear la figura de Ramón Álvarez, de cuyas manos procede buena parte del legado imaginero de la ciudad, y darle un lugar definitivo dentro del amplio espectro público acotado por quienes denostaron su oficio y los que, por exceso, magnificaron su dimensión apodándolo el "Miguel Ángel de Castilla". Su nombre debe estar estrechamente ligado a este Museo para explicarle al visitante quién fue Ramón Álvarez.

En definitiva, Zamora se coloca ante un desafío histórico y el cumplimiento de una deuda con la sociedad y las cofradías. Es responsabilidad de la Junta pro Semana Santa acertar con el proyecto adecuado de museo y de las instituciones, contribuir económicamente hasta que las puertas del nuevo edificio logren abrirse. Está en juego la ilusión y los sentimientos de los zamoranos, pero también el progreso económico de la ciudad y la conquista definitiva de un lugar singular, destacado, entre las celebraciones religiosas de todo el planeta.