Y mañana Navidad y el villancico que es la voz de estos días, sigue aportando frases que tienen su enjundia y abocan a la alegría. Como aquel otro que aconseja: "Canta, ríe, bebe que hoy es Nochebuena y en estos momentos no hay que tener penas?". De eso se trata pero, a ver, ¿cómo se controlan las penas? ¿Y eso otro que llamamos tristeza y que en realidad es nostalgia? Antes con los cacharros del fogón de la abuela, hay que ver la orquestina que podía montarse, hoy los cacharros han sido sustituidos por aparatos más sofisticados de los que emana música que no siempre es la mejor, la más bonita, la más adecuada, la que nos hace feliz como nos hacían serlo aquellas "sonatinas" navideñas que ni al de arriba ni al de abajo resultaban indiferentes.

La Navidad está llena de buenos propósitos que se desvanecen con el año que muere. Me encantó el artículo de mi admirado Gerardo González Calvo, en el que recomendaba: "Es mucho mejor que en vez de poner un pobre en nuestra mesa trabajemos para que no haya necesitados". Estoy completamente de acuerdo. No habría necesitados si se trabajara para evitar la precariedad y la fragilidad social de los que siempre viven al margen, por no decir que directamente marginados laborales y sociales. Tampoco habría refugiados, si se luchara y no precisamente en el sentido bélico de la palabra contra los gobiernos de sus países que hacen de la guerra su santo y seña.

No sé si esto encaja en un día como el de hoy que, más que un día, es una noche, larga o corta, según se mire, que nos dejará disfrutar mañana de un poco más de luz del día, porque la luz solar se resiste en esta Zamora nuestra donde ni el tiempo acompaña con respecto al resto de España, aunque el tiempo meteorológico real es este y no ese otro de temperaturas primaverales que ya pagaremos en plena primavera. Dice el refrán, a propósito de lo que hablamos: "Por santa Lucía crecen las noches y menguan los días. Ni creció ni menguó hasta que el Niño Dios no nació". Suele añadir mi buena madre que a partir de esta noche los días crecen el equivalente a la pata de la gallina. Y así es. Lo tengo comprobado.

Claro que para celebrar la Navidad como posiblemente sueñe el Niño que viene con un objetivo: dar su vida por nosotros para redimirnos, no hay más que aplicarse los sabios consejos del padre Luis Santamaría. Los mismos que ofreció en el magnífico pregón de Navidad que pronunció en el Club LA OPINIÓN. Y como es noche de beber, bebamos, pero de los espiritosos que recomienda el padre Luis: fe, esperanza y caridad que, bien aplicadas, estimulan a quien las tiene, las da y, cómo no, al que las recibe. Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad. Y no hay periódico en Navidad, no lo olvide querido lector. Nos saludamos de nuevo el sábado. Feliz Nochebuena y feliz Navidad.