El pueblo español ha manifestado su voluntad. Y la voluntad manifestada en esta ocasión no ha sido clara. Otras veces, cuando se han celebrado elecciones, realizado el escrutinio, ya se sabía lo que iba a suceder. En esta ocasión, al producirse tantos resultados y ninguna mayoría absoluta, no sabemos cuál será el resultado definitivo. Como en tantas otras cuestiones, si hubiera que atribuir culpa a alguien, habría que adjudicársela al Partido Popular, que venía de una mayoría absoluta en la pasada legislatura. Si hubiera querido, podría haber conseguido la Ley según la cual obtendría la Presidencia del Gobierno de la Nación "el partido más votado". Pero no ha promovido tal ley y tenemos el resultado de indecisión en la que estamos sumidos. ¿Qué va a ocurrir? Con mucha suerte lo sabremos después del 13 de enero; tal como se presentan los ánimos, tardaremos bastante en saberlo; y mucho más si ocurriera lo que dicen que es lo más perjudicial: que haya que repetir el proceso electoral dentro de dos o tres meses.

En ese punto, está claro que ha sido el PP el que ha fallado. Pero los resultados de las votaciones se deben a varios motivos que trataré de enumerar, sin pretender hacer una enumeración exhaustiva. El origen sí está claro: Si -como ocurrió en otras ocasiones- solo hubieran concurrido a las elecciones los dos partidos mayoritarios, está claro que uno de los dos hubiera obtenido la mayoría, aunque no fuera la absoluta. En tal caso, ese partido sería el gobernante, aunque hubiera que esperar a una segunda votación, en la que es suficiente con una mayoría simple para definir quién es el ganador decisivo. Pero ahora han sido varios los partidos contendientes y los votos se han repartido como hemos visto. Ahí tenemos, pues, la primera circunstancia influyente en el resultado: la aparición de los llamados "partidos emergentes". Otro motivo muy influyente ha sido la intención manifestada por todos los partidos contendientes, menos el PP, de actuar contra el Partido Popular y más personalmente contra el señor Rajoy, presidente y candidato de ese partido. Sin duda alguna, esta intención, repetidas veces manifestada, restó muchos votos al partido que resultó muy reducidamente ganador. Tal intención iba acompañada de una decidida voluntad de que el propio partido recabara la mayor parte de votos posible y algún partido llegó hasta recabar los votos de varios partidos hasta "independentistas" o proclives a la ruptura de España. El hecho de que un partido fuera más coincidente en sus objetivos con el PP hizo que el resto de los partidos lo atacara como si fuera aliado del PP. En ese partido (Ciudadanos) influyó primero su reciente éxito en las elecciones catalanas, para darle una postura triunfalista. Las encuestas mejoraron este optimismo hasta el punto de que ese partido, menos agresivo contra el PP, se uniera al coro mayoritario, creyéndose -incluso- el ganador de las elecciones. Eso lo convirtió en diana de los ataques de todos los demás, incluido el PP, que pudo llegar a verlo como el verdadero enemigo. El influjo del ataque de los otros partidos en los votantes del PSOE, segundo partido en el número definitivo de votos, hizo que este partido cayera, también bastante. Y resultó que Ciudadanos tampoco hizo bueno el resultado de las encuestas y quedó en un cuarto lugar con menos de 50 escaños.

De todo esto viene la indecisión actual. El partido que obtuvo el mayor número de votos, en su voluntad de conseguir un "gobierno estable", se ve obligado a buscar apoyos entre los demás partidos. Igual ocurriría si fuera el PSOE el que pretendiera gobernar. Si consiguiera el PP el apoyo de "Ciudadanos" solamente, quedaría en minoría su gobierno. El único partido que le daría una mayoría absoluta muy cualificada sería el PSOE. Pero el PSOE no parece muy proclive a apoyar al PP. Por su parte, el Partido Socialista Obrero Español tampoco tendría bastante con el apoyo de Podemos; y esto, incluso le supondría apoyarse en partidos que son contrarios a la Unidad de España y la Soberanía del Pueblo Español, que son principios irrenunciables en el PSOE, igual que en el PP.

Si las coaliciones son problemáticas -según parece-, estamos condenados a permanecer en la incertidumbre; hasta que las conversaciones anunciadas nos declaren cuál será el verdadero futuro de la situación española, que nosotros mismos hemos causado con el resultado electoral del 20 de diciembre.