La Comarca de la Alta Sanabria es la tierra más hermosa del noroeste español y uno de los jardines naturales más preciados del suelo ibérico. Allí todo es montaña y valles; bosques, setas y prados, vacas, cabras, corzos y ciervos, lagunas, cascadas y truchas. Pueblos con una pequeña vida social como Lubián, Hermisende, Pías y Porto con ayuntamientos y otros muchos núcleos sin apenas población y muy envejecida, anejos de los anteriores, como son Aciberos, Hedroso, Padornelo, Chanos, Las Edradas, Villanueva de la Sierra, Barjacoba, Castrelos, San Ciprián, Castromil y la Tejera. Poblado, este último, en el que tuve la suerte de nacer en los albores de la Guerra Civil. Como verán, me siento sanabrés de pura cepa, puesto no todo el mundo puede nacer en las bellas montañas de Sanabria, muy cerca de pico denominado de los "Tres Reinos", donde se encuentran los tres antiguos reinos: Galicia, Portugal y Castilla.

En esta comarca de la Alta Sanabria yo suelo incluir, aunque no sea muy ortodoxo a San Martín de Castañeda, pues este núcleo de población debe estar a la misma o parecida altura del municipio de Porto. No creo que haya un trayecto más bello y atrayente que recorrer la sierra Segundera entre estos dos pueblos, atravesando lagunas, arroyos, lomas y el río Tera. San Martín de Castañeda y su vista del Lago de Sanabria te hará recordar el sitio ideal y único de tus paisajes preferidos. A la entrada del pueblo te encontrarás con el monumento dedicado a Miguel de Unamuno con sus versos del lago "Espejo de soledades", donde tuve la suerte de estar en su inauguración con Porfirio Nafría, secretario general del Gobierno Civil de aquella época. En el centro del pueblo existe otro monumento dedicado a los caídos en la Guerra Civil, con gran significado político, pues el alcalde o la persona que lo diseñara acabó, de un plumazo, con las dos Españas. La piedra monumental está dividida en dos partes, antes de que se hubiera aprobado la Ley de Memoria Histórica. A la Corporación que se le ocurrió habría que ponerle matrícula de honor "cum laude".

Si no conoces la comarca y decides ir a visitarla, te encontrarás en el camino una gran sorpresa paisajística, pues de los amplios horizontes de los campos de cereal de Castilla, pasarás a ver masas verdes y frondosas de denso arbolado, el trasfondo de altas cumbres frecuentemente nevadas con profundos y fértiles valles, pueblos entre castaños, casas con muros de piedra y techumbres de pizarra.

Toda esta comarca de Sanabria se destaca del resto de la provincia por su fuerte y acusada personalidad, donde nos encontramos con una población sencilla, humilde, honrada y trabajadora, donde se mezclan haceres y decires castellanos, leoneses, gallegos y portugueses, en un abrazo fraternal. Pasamos de un digno castellano al dialecto leonés que, pasada la portilla de Padornelo se transforma en un gallego fronterizo, fuertemente teñido de portugués transmontano. Los antiguos reinos de Portugal, Galicia y Vastilla se hacen patente a cada paso. Merece la pena hacer todo lo posible por conservar toda esta cultura tan rica y original.

La entrada a esta comarca se hace a través de una gran puerta en la carretera nacional o autovía que es el municipio de Requejo de Sanabria, donde todavía recordamos la figura del que fuera su gran alcalde Jesús Fernández durante muchos años, que modernizó el pueblo en todos los sentidos. Este es un municipio muy querido para mí, pues aquí crecí y me crié hasta los siete años, rodeado de setas, ranas, truchas, culebras, lobos y toda clase de aves que alegran el hábitat de estas tierras.

No podemos seguir el camino sin la visita obligada al Tejedelo, el bosque de tejos poblado con árboles, muchos de ellos de más de 200 años.

Todavía retengo en mi memoria, después de setenta años, las salidas diarias a las afueras del pueblo, al anochecer, para poder oír aullar los lobos encaramados en las laderas de las montañas cercanas y también recuerdo desfilar por las calles principales detrás del "lobo muerto", celebrándolo cuando algún mozo lo había matado de cualquier manera, pues en aquella época todo valía para acabar con la vida del mayor depredador de animales domésticos. La hazaña había que festejarla y participaba todo el municipio después de que un ganadero hubiera perdido, previamente, varias cabezas de ganado por su causa. Aún puedo verlos cosiendo las heridas en el cuello de las cabras a mi padre y otros vecinos, pues el veterinario no podía atender a todos los animales heridos por los dientes afilados de los lobos. En esta comarca el número de lobos ha descendido considerablemente en estos últimos años, ahora se localizan más en la sierra de la Culebra y sus alrededores.

Siguiendo con las características más típicas de la comarca podemos decir que la mayor belleza la tienen sus valles. Todo es colorido en las zonas del Tuela, entre Lubián y Hermisende, en ella se dan toda clase de frutas. Y qué decir del valle del Bibey, desde Porto a Villanueva de la Dierra, donde la flora y la fauna adquieren su máximo esplendor. Desde allí podemos ver las lagunas de la sierra de Porto y el gran Moncalvo, con 2.044 metros de altitud. Esta comarca desconocida por muchos zamoranos, últimamente ha estado olvidad por las administraciones públicas correspondientes, pero hace unos cuarenta años la Diputación Provincial realizó grandes inversiones en la construcción de carreteras para unir sus núcleos de población. Hermisende y sus anejos estaban totalmente incomunicados, sin un mal camino, sin teléfono, sin apenas servicios de infraestructura municipal; en aquellos tiempos no existía la energía eólica que hoy le aporta importantes ingresos. Los habitantes de estos pequeños pueblos se encontraban completamente aislados del resto de la provincia y de los adelantos de la civilización. Se daban casos de que el traslado de un enfermo grave hasta el Hospital Provincial de la Diputación tardaba más de 24 horas. Teniendo en cuenta todos estos problemas, la Diputación Provincial, a pesar de sus escasos recursos, puso en marcha un Plan Especial, principalmente dedicado a la construcción de carreteras.

La Tejera, San Ciprián y Castromil dejaron de ser pueblos incomunicados. Zamora y Orense se unieron a través de sus montañas y valles. Las carreteras las construyó el gran empresario sanabrés y mejor persona, Francisco Fernández Montero, que, en un tiempo récord llevó a cabo las obras, llenas de dificultades, dada la orografía existente. Pero este empresario consideraba algo suyo la unión por carretera de estos pueblos, desapareciendo la alpargata y el burro en las sufridas caminatas.

En este plan especial, fue muy alentador la anécdota siguiente: encontrándonos en Castromil (anejo de Hermisende) unido completamente al Castromil de Orense, perteneciendo los dos pueblos al obispado de Orense y la educación centralizada en La Mezquita (Orense), le recomendamos que pidieran la fusión de este municipio, pues no existía carretera de Hermisende a Castromo y así no tendrían los grandes problemas de traslado a Hermisende para efectos oficiales, ya que para llegar a este municipio tenían que dar un rodeo de más de 40 kilómetros.

La contestación fue unánime por parte de todos los vecinos: "Nosotros somos zamoranos y queremos seguir siéndolo". Con esta respuesta la Diputación Provincial no tenía otra alternativa que construir la carretera, costara lo que costara. Y para satisfacción de todos los zamoranos se construyó la singular carretera, discurriendo entre montañas, valles y arroyos, donde se pueden contemplar los más hermosos paisajes que se pueda imaginar.

Pero aquí acabó todo, que yo sepa. Esta bella y alejada comarca necesita más cosas, pues pasando octubre, las nieves y las heladas hacen intransitables y peligrosas muchas de sus carreteras, quedando sus habitantes incomunicados muchos días del año, sobre todo los municipios de Porto y Pías, por lo que es necesario y urgente el arreglo total de la carretera que une la nacional o autovía con estos núcleos de población tan alejados. La carretera pasa también por la provincia de Orense, por lo que habrá que contar con la autonomía gallega y la diputación orensana. Este plan debería contar con los municipios afectados, pues muchos de ellos tienen interesantes ingresos a partir de la energía eólica.

Se tiene que implicar principalmente por sus competencias la Junta de Castilla y León, la Diputación como organismo más preparado y conocedor de la provincia y su desarrollo, como ha demostrado los últimos 60 años, que son los que conozco a fondo. Puedo citar de memoria todos los grandes proyectos ejecutados por si sola o en colaboración con otras instituciones. Esperemos que todos los organismos hagan un gran esfuerzo financiero y, a muy corto plazo, el segundo sueño de la comarca sanabresa sea una realidad.

(*) Economista