Más de 16.000 centenarios dan fe de que España se ha convertido en un país de viejos. Venimos oyéndolo decir hace muchos años y las cifras que se tornan elocuentes, así lo revelan. Por razones demográficas. y mientras la natalidad sigue cayendo en picado, España se está convirtiendo en un país de viejos. Pronunciada la palabra "viejo" con todo el cariño, con todo el respeto que me merecen las personas de edad. A este envejecimiento natural que se produce en España contribuyen las mejores condiciones de vida, sobre todo las sanitarias, de los españoles.

Lo cierto es que en tan solo 10 años, la cifra de mayores de 110 años se ha multiplicado por veinte. Tengo para mí que es buena señal. Una mejor calidad de vida, también en el aspecto sanitario, como confirmo más arriba, es decisiva para incrementar la cifra de centenarios patrios. Bien cierto es que de esos dieciséis mil, mil son extranjeros que residen en nuestro país, la mayoría ingleses, bastante longevos ellos, y alemanes que también se dan buena vida en España.

Zamora cuenta con un buen número de centenarios, la mayoría mujeres. Nuestro periódico, como buen notario de la actualidad, suele levantar acta de los homenajes que se realizan en distintas localidades de nuestra provincia y en la propia capital a cuantos alcanzan esa edad que para muchos es matusalénica, aunque lo de Matusalén debió constituir todo un récord en la época y todavía ahora. Conozco a todo un caballero, don Gaspar Domínguez, centenario que, en viéndole, nadie le echaría tal barbaridad de años. Es como un junco, erguido, elegante, guapo, y del brazo de su hija Maribel se pasea la Zamora urbana con una agilidad de paso que para mí quisiera yo.

Don Gaspar tiene, como todos los hermanos Domínguez, manos de artesano. Lo mismo te fabrica un mueble que quita el hipo, que da vida a piedras y abalorios fabricando collares, gargantillas, pulseras y pendientes preciosos. Hace unas cosas tan bonitas que es una pena que no se puedan exportar como "made in Zamora" o vender en las tiendas de "bijoux". Don Gaspar constituye un ejemplo vivo del centenario en plenitud. Sin bajar la guardia, empleándose a diario hasta donde sus fuerzas lo permiten. Él forma parte de la estadística, de los 16.000 centenarios que censa España. País de longevos y sobre todo longevas.

La cosa tiene enjundia, porque en pocos años se ha pasado de las 3.159 personas de cien años y más que se registraban en el primer año de la serie estadística en que se recoge a este colectivo, hablo de 1981, a la cifra actual que nos habla de que se ha multiplicado por más de cinco veces en estos años. Como ya he dicho, la mayor parte son mujeres, asociadas estadísticamente a mayores tasas de esperanza de vida. Castilla y León es la cuarta comunidad en el "ranking" de longevos. No está mal. Algo bueno debía tener nuestra comunidad autónoma. Estas cifras ponen de manifiesto lo que tantas veces oímos: que España es un país de viejos. Porque de ochenta y tantos y noventa y tantos, también vamos bien servidos. A Dios gracias.