Hace unos meses comencé mi regreso a casa. Creo que me volveré loca si no consigo llegar pronto. Demasiados tropezones por el camino, demasiado dolor, demasiado miedo y terror temiendo lo peor. No sé si paulatinamente los ríos calman la sed de los corazones perdidos, pero si el mar hace días ya apenas consiguió erguirme,? sabe Dios si ya tendrá sentido tanto viaje.

Navegué y zozobré sobre los campos, más fiel que nunca a la vida. Y en el mar, acompañada de un viejo pescador pasamos la noche buscando avanzar más rápido.

Hoy aparece de nuevo su recuerdo, tosco, varonil, pero una mujer enamorada. Seguro que la vida reaparece en sus sueños y el despertar la tumba de un golpe seco en la espalda.

Creo que puedo sentir su pesar, pobre estrella, perdiendo luz a cada hora. La compañía no hará bien su cometido, estoy convencida de ello. ¿Y si no siente? ¿Y si apenas logra ver? ¿y si un segundo transcurre para ella cuando todos vivimos días interminables? Tal vez cambia el dolor de corazón cuando encuentras el final del camino? no lo sé? no sé qué pasa cuando te alejas tan pronto y sabes del fracaso del regreso.

Pasa el tiempo sin saber, corre deprisa y no he vuelto a saber de ti pero ni un momento dejo de mantener mi escudo en alto, agarrado fuerte, temblando de miedo pero segura de mí misma.

Regalaré un pedazo de mí a tus amigos, lo haré pronto, buscaré entre la multitud para encontrarte y poder abrazar tu gran alma de mujer serena pero terriblemente asustada.

Nadie sabe, nadie te ve, algunos quieren esconderte, no les culpo,? hablar por hablar, decir sin pensar? cabezas locas? qué sabéis todos vosotros? Te sigo de cerca compañera.

Se me vuelve a manchar el alma de recuerdos, se me vuelven las noches largas y oscuras, se retrasa la luz de la ventana que me levanta cada mañana. Regresó de nuevo tu recuerdo, el poderoso rey con largo atuendo, con dolorido gesto y despiadado. Me vuelvo loca si te quedas. Aléjate y deja vivir, ve a tu casa, que aunque cerca a duras penas te veo, y es suficiente para mí. ¡Qué grata la llegada de la luz que me levanta! ¡Qué torpe tú, que te ciegas y te revuelves con tanta vida!?

Ya puedo devolverte mis palabras, ahora que respiro resplandores y sonrisas, caricias, abrazos, calor del bueno y mis carcajadas. Hoy ya no se hará de noche,... dejaré abierta puerta y ventana, y se colarán canciones y más sonrisas que hieran tu cara. Hay una palabra que nos libera de todo el peso y el dolor de la vida... y esa palabra es... Amor.

María Jesús Rivas Hernández (Corrales)