A fuer de ser sincera, arder, lo que se dice arder, arde el norte de España. La peor parte se la llevan Asturias, donde se han declarado 100 incendios. Cantabria con 40 focos de fuego, Galicia, País Vasco y Navarra con distintas incidencias. No deja de ser raro que los fuegos comenzaran en vísperas de las elecciones generales, como si alguien quisiera distraer la atención de los españoles y del mundo entero, centrada en la jornada electoral. A la vista de lo que ocurre en las comunidades citadas se puede hablar de una ola de incendios devastadora que ha arrasado centenares de hectáreas. En base a lo que el calentamiento global está haciendo, en España al igual que en el resto de países del mundo, no estamos para perder masa forestal, no estamos para dejar que se deserticen los montes, para cambiar vegetación por nada.

El fuerte viento que azotaba las zonas cuando esto escribo dificultaba al máximo las tareas de extinción, aunque la leve lluvia caída durante la noche del sábado al domingo logró disminuir la fuerte intensidad de algunos fuegos. Ni en verano se dan tantos y tan devastadores a la vez. Las primeras hipótesis apuntan a que han sido provocados. Siempre hay una mano negra en estas cuestiones.

Tramos de carreteras y conexiones férreas se han visto seriamente afectadas lo que indica bien a las claras la magnitud de lo que ya es una noticia preocupante. No me extraña que al final se haya debido recurrir a la UME para tratar de sofocar lo que parecía "insofocable". Aprovecho para acercar mi afecto y mi apoyo al General de División Miguel Alcañiz Comas, jefe de la Unidad Militar de Emergencias, hombre afable, cercano, pegado a su trabajo, sin duda trascendental. Este aragonés de Maella en Zaragoza, con trayectoria de largo recorrido en el Ejército de España es, además, licenciado en Ciencias de la Información y doctor por la Universidad Complutense de Madrid. Me han dicho que es un gran periodista, con buena pluma y buen verbo.

Volviendo a la España que arde en llamas, para haber tenido que recurrir a la UME es que la cosa es grave. Qué pena que no se pueda dar de inmediato con los pirómanos para que sobre ellos recayera el castigo que la ley disponga. Aunque, tengo para mí que la ley no es muy severa al respecto. O por lo menos insuficientemente severa. La jornada de reflexión sirvió para que, en algún caso, alguien prendiera la mecha para que el fuego hiciera su tarea devastadora. La jornada electoral, con todo lo que en ella se jugaba España y los españoles, quitó relieve a una noticia que, de otra forma, hubiera sido portada en todos los diarios nacionales.