Zamora, como el resto de España, vive hoy una jornada histórica, tanto o más que cualquiera de las citas electorales que se han vivido a lo largo de los casi 40 años de democracia en este país. Durante las últimas semanas nuestra provincia ha sido objeto de especial atención para los primeros espadas de los principales partidos que hoy aspiran a conseguir un escaño en un Parlamento que, "a priori", se antoja como escenario muy distinto al vivido en décadas por su heterogeneidad. Pocas veces el mundo rural ha sido elemento tan importante en el debate político como en estos días, sabedores, los candidatos de que podría ser determinante el resultado en circunscripciones tan aparentemente alejadas de la órbita del poder. Ahora son sus habitantes los que tienen que demostrar que, efectivamente, como expusieron las diferentes alternativas que concurren a las urnas, los pueblos y las ciudades pequeñas cuentan.

Han sido días intensos en los que cada uno ha expuesto sus ideas, sus propuestas para cuatro años que serán decisivos para el futuro. Los votantes han tenido información amplia y han podido reflexionar sobre cuál será la opción que hoy elijan, y que será, ni más ni menos, que la plasmación de la soberanía popular, de la voz del pueblo. Se trata, así pues, de una cita demasiado importante, por la que en España se luchó durante décadas, como para tomársela a la ligera.

La participación en las urnas resulta el arma más efectiva en un estado de Derecho. A las generaciones que nos precedieron y que crecieron peleando por contar con ese privilegio, heredado de las sociedades más avanzadas y que identifica a todo Occidente como símbolo de desarrollo y avance, les debemos eso: acudir, cada cual en defensa de su ideología o con la papeleta señalada con los representantes que, en conciencia, creen que mejor van a cumplir con su deber. Hoy, los votantes deciden a quién encomiendan semejante responsabilidad, nadie más. Por la salud democrática, por una sociedad que ahonde en los valores fundamentales que eso representa de igualdad y justicia, los zamoranos pueden y deben acudir hoy a las mesas electorales.

Vienen años en los que seguramente habrá dificultades, pero en los que necesariamente habrá que trabajar para que surjan oportunidades. Años de retos que nos colocarán ante tiempos decisivos para el futuro de una provincia que debe empezar a conjugar verbos distintos del de envejecer y emigrar. Esa es la trascendencia real de la papeleta que depositaremos hoy en las urnas. Todas las cartas de este juego trascendental están repartidas, la determinante está en la mano de los votantes zamoranos.

Y esta noche, cuando algunos celebren la victoria, cuando otros se queden a las puertas, sea cual sea el resultado que depare la voluntad popular, lo que los zamoranos esperan es seguir contando para esos políticos que con tanta intensidad han recorrido estas tierras durante la precampaña y la campaña electoral. Los zamoranos acuden hoy a las urnas para expresar su voluntad y son ellos los que dará carta de representación a quienes salgan elegidos. Que el orgullo que eso representa vaya acompañado en cada momento de la legislatura que empieza con la responsabilidad que entraña convertirse, nada más y nada menos, que en los garantes de que el sistema democrático continúe y mejore en funcionamiento. Zamora no se conforma con haber formado parte del circo mediático en los días previos al 20D. No puede conformarse porque se juega su supervivencia. Zamora debe contar también mañana, 21D, y el resto de la legislatura.

Quienes sean, finalmente, diputados y senadores tienen que tener clara su función: luchen para que Zamora sea, efectivamente, una provincia que pueda abordar su futuro en igualdad de condiciones que el resto de territorios. Unos desde el Gobierno y quienes queden en la oposición o no obtengan representación provincial pero sí nacional, que vigilen para que eso se cumpla, desde la lealtad y desde la crítica constructiva. Los zamoranos y sus hijos se lo merecen.

Para todos los que han inundado estas tierras de mensajes y promesas durante estos días que nunca olviden que la legitimidad otorgada a través de las urnas significa, ante todo, anteponer los intereses colectivos de la tierra que representan y que, como parte del próximo poder legislativo, ayuden a arbitrar las medidas que apoyen esa labor diaria de todos y cada uno de los zamoranos. Esos que hoy, acuden a los colegios electorales para depositar su confianza en quienes aspiran a sentarse en el Parlamento. El futuro es cosa de todos y se inicia hoy, por cada papeleta que caiga en esas urnas.